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Tribunal de Violencia Contra la Mujer

El caso Mabel Adriana Montoya



Los femicidios tienen historia y nos remiten, en clave genealógica, a lo que atravesamos en este presente de aislamiento social obligatorio. A ciencia cierta se sabe que la única medida preventiva para frenar la pandemia por COVID-19 es “Quedáte en tu casa”. Sin embargo, lo que sí urge advertir es que no siempre ese llamamiento representa un resguardo para todas las mujeres y niñes, menos aún, un refugio de amor y paz. Las estadísticas lo demuestran: cada 29 horas se comete un femicidio. Entonces cabe implementar estrategias y tácticas de acción desde los movimientos sociales como desde las instituciones públicas, como se llevan a cabo en otras partes del mundo, para anticipar y resolver las violencias múltiples que encierran las cuatro paredes del hogar. De eso va este texto. Moléculas Malucas rescata dos hitos de participación del feminismo nacional como internacional comprometidos en denunciar las prácticas de violencia física y sexual que se ejercen contra las mujeres.

Por Mabel Bellucci*



En memoria a las asesinadas



Página inicial de la carpeta de documentos sobre el caso Montoya en el archivo de María Elena Oddone. Hoy disponible en el Fondo María Elena Oddone, Programa de Memorias Políticas Feministas y Sexo Genéricas, CeDInCI.

Hacia 1981, feministas socialistas, liberales, ex militantes de partidos de izquierdas, peronistas y otras sin rótulo político, se congregaron en Buenos Aires alrededor de una variedad de agrupaciones: la Unión de Mujeres Socialistas (UMS), la Confederación Socialista Argentina, ATEM (Asociación de Trabajo y Estudio de la Mujer)-25 de noviembre, CESMA, Centro de Estudios de la Mujer (CEM), Alternativa Feminista, Lugar de Mujer, Organización Feminista Argentina (OFA), la Fundación para el Estudio de la Interrelación Mujer-Sociedad (FEIMUS), la Multisectorial de Mujeres, Unidas, la Unión de Mujeres Argentinas (UMA), la Mesa de Mujeres Sindicalistas, Amas de Casa del País, Conciencia, la Asociación Argentina de Mujeres de Carreras Jurídicas, Reunión de Mujeres, Libera, el Programa de Investigación Social sobre la Mujer Argentina (PRISMA), entre otras tantas. Esos fueron unos de los primeros grupos feministas que se abrían durante la postdictadura, bajo el clima de las urgencias para reencauzar las instituciones y, a la vez, las demandas desde un nuevo compromiso político/social.


Iniciada la transición democrática, exactamente, el 2 de noviembre de 1983, se lanzó el «Tribunal de Violencia Contra la Mujer. Mabel Adriana Montoya», en momentos en que se había comenzado a reclamar en las calles la modificación de la ley de patria potestad. Para un número significativo de militantes feministas, por iniciativa de OFA, ATEM-25 de noviembre y Libera, el intento de violación y privación de la libertad seguido de muerte de la joven Mabel Adriana Montoya, ocurrida el 31 de agosto de 1983, representó un hito trascendental, sin vuelta atrás. El objetivo de este espacio se centraba en crear conciencia a partir de un hecho brutal acerca de la violencia física y sexual de sus congéneres. Fue uno de los primeros movimientos en contra de la violación de mujeres en la Argentina. Su oficina funcionaba en la calle Peña 2214, planta baja B, en pleno Barrio Norte, a metros de las avenidas Las Heras y Pueyrredón. Al poco tiempo, el Tribunal había dejado de ser una organización autogestiva para convertirse en un proyecto que consistía en crear una casa de refugio y de estadía para las mujeres golpeadas junto a sus hij*s. Por ello, disponía de un equipo de médicas, psicólogas y abogadas que brindaban asesoramiento gratuito. También para cumplir con este fin, planteaba un programa de acción que constaba de cinco puntos:

1. Denunciar la ideología que sustenta la subordinación de la mujer, que refuerza los criterios que la definen como objeto sexual y de propiedad y la marginan de la actividad social.


2. Exigir una reforma del Código Penal que elimine su carácter sexista:

a) Igualar a todas las mujeres ante la ley.

b) Eliminar la discriminación por edad y estado civil de las mujeres víctimas.

c) Eliminar la discriminación que favorece al padre violador.

d) Eliminar la investigación de los antecedentes sexuales de la víctima.

e) Eliminar el texto de la ley la condición de mujer honesta.

f) Respetar y valorizar la negativa de la mujer al acceso carnal, como prueba de resistencia.

g) Considerar la “tentativa” como delito.

h) Elevar las penas tomando como mínimo veinte años de prisión no excarcelable.


3. Combatir los mitos que culpabilizan a la mujer y eximen al violador, insistiendo en la concientización de que se trata de un acto de tortura que deja secuelas imborrables.


4. Exhortar a las mujeres víctimas de violación, así como a las personas que tienen a su cargo niños que han sufrido la agresión sexual, a denunciar el hecho en la Comisaría que corresponda o en Tribunales, exigiendo que la denuncia se haga efectiva, demandando la revisación médica dentro de las 48hs siguientes al hecho.


5. Constituirse en centro de ayuda a las víctimas de la violación, con auxilio legal, médico y psicológico[1].”



Durante el Primer Encuentro de Mujeres sobre Vida Cotidiana y Política, organizado por ATEM, el 26 de noviembre de 1983, “se apoyó entusiastamente la existencia del Tribunal en el taller la violencia en la familia”, a cargo de la sexóloga y psicoterapeuta, Eva Waldman[2]. A partir de esa ocasión, se comenzaron a constituir encuentros específicos sobre Mujer y Violencia[3]. Esta temática, como señaló Magui Bellotti[4], reconocía como antecedente de preocupación dos acontecimientos significativos para el continente. Por un lado, las vivencias y las memorias en torno al Terrorismo de Estado a lo largo de las dictaduras en la región. Por el otro, en 1981, la reunión en Bogotá del Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe. Entre sus variadas propuestas estaba la de declarar el 25 de noviembre el Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer, fecha adoptada en memoria de las tres dominicanas, Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, asesinadas en 1960 por el régimen tiránico de Rafael Trujillo.


La escritora feminista Tununa Mercado, en su artículo “Ser mujer y ser feminista” afirmaba: “El feminismo en América Latina, en los países donde hubo en estos años las condiciones mínimas para que surgiera, logró decir todas las veces que le fue posible, lo que tenía decir con diferentes voces, Por cierto, su diversidad es su distingo. Fue un objeto tan contundente, con una densidad y un volumen tan alto y al mismo tiempo con una flexibilidad y una capacidad de infiltración tal que logró implantarse de manera irreversible en la conciencia colectiva[5].”


El Tribunal de Violencia Contra la Mujer estuvo a cargo de María Elena Oddone y de Ilse Konreich, más adelante conocida por su apellido materno, Fuskova. La idea era constituirlo como fuero público y como una herramienta de denuncia y presentación de alternativas para generar ámbitos de discusión. Oddone y Konreich se relacionaron de casualidad como suele suceder en la vida. Ilse recuerda “la difusión que le dio el diario Buenos Aires Herald, el único medio gráfico que acompañó a los organismos de derechos humanos al publicar las listas de las personas desaparecidas, a esa minúscula agrupación feminista radical que batallaba pese a la imposición de las bayonetas, la Organización Feminista Argentina (OFA), liderada fuertemente por María Elena[6].” Allí, en mayo de 1978, en la contratapa apareció un pequeño recuadro que promocionaba la revista Persona, una de las primeras manifestaciones culturales y políticas de cuño feminista de los años setenta, y abajo un número de teléfono. De inmediato, Ilse llamó y del otro lado oyó la voz de Oddone. A partir de ese momento, tanto una como otra percibieron una trama en común, sus encuentros se intensificaron con el cruce de registros de las prácticas vividas. Dada las coincidencias de objetivos, ambas decidieron importar la experiencia del Tribunal que habían implementado las feministas en Europa. Continente desgarrado por la Primera y Segunda Guerra Mundial, los regímenes autoritarios fascistas y el exterminio humano por parte de la Alemania del Tercer Reich.



La hermandad internacional es más poderosa


Durante los años setenta, el grueso de la militancia feminista del Norte tomó como ejemplo la plataforma del «Tribunal Internacional sobre Crímenes de Guerra»[7] llevado a cabo en Londres, en 1966, para diez años más tarde crear el «Tribunal Internacional de Crímenes contra las Mujeres»[8]. En el marco del día internacional de la mujer, se desarrolló del 4 al 8 de marzo de 1976, en el Palacio del Congreso de Bruselas. Diana E. H. Russell y Nicole Van de Ven fueron sus principales organizadoras. El objetivo que perseguían era demostrar la magnitud y profundidad de la opresión que afectaba a la mujer en un mundo dominado por varones. A la vez, todas esas formas de dominación machista fueron vistas como crímenes. La lista de temáticas tratadas era innumerable. Abarcaba desde la prohibición del uso de anticonceptivos, del aborto voluntario, esterilizaciones forzadas, clitoridectomía, episiotomía de rutina, matrimonios forzados, crímenes médicos y económicos, violación, prisioneras políticas, delitos contra lesbianas, violencia doméstica hasta prostitución y femicidio. Asistieron más de 2000 mujeres de 40 países del Norte como del Sur. Muchas de ellas entregaron sus testimonios referentes a los crímenes de los que habían sido víctimas y otras que no pudieron asistir, lo proporcionaron por escrito.


En líneas generales, las propuestas presentadas por el Tribunal promovían una multiplicidad de tácticas de acción: desde manifestaciones masivas, discusiones públicas, creación de organismos de ayuda a las víctimas, transformaciones legislativas hasta interpelar a la ciudadanía activa sobre la gravedad de la violencia contra la mujer la impunidad de la que esos delitos habían alcanzado. Asimismo, en este medio se presentó por primera vez la categoría femicidio[9] utilizado por la activista feminista sudafricana del movimiento anti-apartheid, Diana E. H. Russell, una autoridad en el tema en el ámbito internacional[10]. Si bien en 1974, este concepto fue recuperado de la tradición anglosajona por la escritora estadounidense Carol Orlock, en su libro Femicide, el cual nunca se logró publicar. Por último, en 1976, Diana Russell y Nicole Van de Ven registraron todo lo acontecido durante los días que funcionó el fuero en Crímenes Contra La Mujer: Actas del Tribunal Internacional.



Las noticias paso a paso


Ahora bien, nuestras feministas porteñas tan abiertas a los acontecimientos internacionales se inspiraron en esta convocatoria europea y con el caso de la muerte de Mabel Adriana Montoya emprendieron el armado de un Tribunal propio[11]. Del lamentable hecho, se hizo eco la prensa gráfica nacional en su conjunto. La revista Flash, lo narraba con precisión: “Fue a vender una heladera para ayudar a su familia de escasos recursos como promotora de artículos del hogar. La quisieron violar y se tiró por la ventana desde un cuarto piso. Y hoy lucha por vivir”. Mientras el diario La Voz del Mundo, del 13 de octubre de 1983, decía lo siguiente: “Esta joven de 18 años se arrojó con un paraguas abierto para evitar ser violada. 45 días después murió en el hospital Pirovano tras una larga agonía”. Por último, el diario Crónica, del 18 de octubre, abría con esta noticia: “Falleció joven víctima de violador”.


María Elena Oddone e Ilse Konreich en la esquina de Corrientes y Uruguay durante la manifestación callejera convocada por el Tribunal de Violencia Contra la Mujer. Noviembre de 1983. Foto © Sara Facio.

En una gacetilla, del 1 de noviembre de 1983, firmada por Ilse Konreich (Libera), Graciela Wolfenson (ATEM) y María Elena Oddone (OFA) expresaban:

Los feminicidios y vejaciones de todo tipo, que las mujeres sufrimos ordinariamente, quedan como “hechos privados” y libres de toda sanción. Nosotras declaramos: la violencia sexual es sólo el aspecto más espectacular de una violencia que se repite continuamente, bajo todas las formas. /.../ La violencia contra la mujer es una cuestión política. Es un proceso consciente de terrorismo sexual que acompaña al ejercicio del poder patriarcal[12].

El 2 de noviembre de 1983 como comienzo del día, las noticias sobre la situación internacional traían de las suyas: “Comunistas critican a Wałęsa”; “Desbordes estudiantiles en Chile”; “En España quedó legalizado el aborto con condiciones”; “Nobel de Literatura al escritor William Golding”; “La peste rosa cobró dos víctimas en Estados Unidos”. Mientras que de las reseñas locales presentaban una noticia boom: “Surgió una organización femenina”. Así, abría el diario Crónica. Se trataba de una manifestación callejera presidida por el «Tribunal de Violencia Contra la Mujer. Mabel Adriana Montoya» para protestar por la impunidad del atacante que provocó la muerte de la adolescente y también para denunciar la complicidad por parte de la justicia. A las 11 de la mañana, se congregaron en Tribunales, ubicadas en las inmediaciones de la Plaza Lavalle, en la histórica esquina de Corrientes y Uruguay, donde funcionó, años atrás, el Teatro Politeama Argentino. Después, se desplazaron hacia Corrientes y Florida y a las 16 horas dieron por cerrada la concentración. Entre las presentes se encontraba María Elena Walsh, María Elena Oddone, Hilda Rais, Moira Soto, Laura Ubfal, María Moreno, Ilse Konreich, Marta Fontela, Magui Bellotti, Elena Tchalidy, entre otras tantas. Casi todas ellas provenían de la militancia feminista de la década de los setenta. Además, de resistir contra la última dictadura cívico-militar. Durante esa protesta, repartían volantes junto con una mesita que les servía de apoyo. Llamaba la atención de los transeúntes que al detenerse eran interpelados sobre este hecho doloroso. De acuerdo a las palabras de Oddone en su libro Pasión por la Libertad: “Los grupos que formábamos el Tribunal salimos a la calle vestidas de negro y portando una corona de muerto con una cinta que decía Por todas las niñas y mujeres violadas. Imprimimos un volante en el que acusábamos al violador y asesino y en una pancarta se leían los nombres de todos los jueces que lo habían sobreseído. En el coche de mi compañera Claudia Kortz pegábamos afiches con el nombre que había provocado la tragedia y de los jueces que lo habían absuelto a lo largo de todas las calles que rodean el Palacio de Tribunales. Esta tarea la hacíamos de noche y durante la mañana yo iba a observar a la gente que leía los afiches y hacían comentarios”[13]. Crónica ponía el acento en el contenido de las pancartas agitadas por el ventarrón y la tormenta: “Montoya murió para no ser violada”; “Juez Fontenla no sea cómplice de ese delito” “Montoya murió y el violador está libre” “Repudiamos el ataque sexual”. Entretanto, el Suplemento de La Mujer del diario Tiempo Argentino, con una fotografía que hizo historia, titulaba a esta convocatoria «Mujeres de luto en un acto por Mabel Adriana Montoya», firmada por el periodista e historiador, Emilio Corbiére[14]. Asimismo, la periodista Graciela Rizzo analizó esta jornada de protesta en un extenso artículo bajo el nombre «Violencia sexual, renovada amenaza». Luego, de finalizada esta impactante movilización tan performática como impugnativa, algunas compañeras que integraban el Tribunal, entre ellas ATEM y Reunión de Mujeres, anunciaron que se retiraban del espacio.


María Elena Oddone, acompañada por Ruth Mary Kelly, haciendo declaraciones a la prensa. Fondo María Elena Oddone, Programa de Memorias Políticas Feministas y Sexo Genéricas, CeDInCI.

1983 y 1984 habían sido años clave. El clima de “cambio de época” funcionó como una etapa inaugural en la que ciertos temas latentes en la sociedad argentina encontraron un lugar para salir a la luz. Implicó un momento de quiebre y una oportunidad que no fue desaprovechada ya que la gente se atrevió a tomar las calles. El movimiento de Madres de Plaza de Mayo había dado un ejemplo de insubordinación y arrojo. Ahora, era la ocasión de las feministas. Montoya no fue una excepción. No cabe duda que una de las principales promotoras en difundir las violentas muertes de jóvenes y adultas haya sido la cronista policial, Martha Ferro, recordada por sus garras de amazona en las bellas letras[15]. En ese entonces, la presencia de mujeres era prácticamente nula en las antiguas redacciones. Ferro no sólo se destacó en ese sentido, sino también por el oído que prestó a personajes excluidos por las desigualdades sociales, económicas y sexuales, propias del capitalismo heteropatriarcal. Al mismo tiempo, sus crónicas no escurren simplemente sangre, es la misma realidad cotidiana la que lo hace.


Comunicado del Tribunal de Violencia Contra la Mujer convocando a un acto de repudio contra los jueces que sobreseyeron al acusado. Fondo María Elena Oddone, Programa de Memorias Políticas Feministas y Sexo Genéricas, CeDInCI.

El 3 de septiembre de 1984, el Tribunal realizó nuevamente una jornada de protesta convocada por Oddone y Kornreich en la esquina Corrientes y Uruguay, pero ahora para manifestar su repudio por el sobreseimiento del acusado de causar la muerte de la adolescente. Dos meses después, Oddone prestó declaración indagatoria por la querella por injurias y calumnias que le siguió el hombre al que ella había acusado públicamente por el intento de violación a la joven Montoya. Éste se consideró agraviado cuando la dirigente reiteró detalles del hecho en múltiples declaraciones en medios de comunicación. Por más que el juez convocó a una audiencia de conciliación, la misma fracasó cuando Oddone se negó por completo a retractarse de sus afirmaciones. Con dolor confesaba: “Las únicas que me acompañaron a las audiencias fueron mis amigas, María del Carmen Brion y María Estela Coni Olmos”[16]. A él ya lo habían absuelto. Más adelante ella fue sobreseída. De esta manera cruel se cerró el caso Montoya.


Documentación de la causa judicial seguida contra María Elena Oddone por el acusado de causar la muerte de Mabel Adriana Montoya. Fondo María Elena Oddone, Programa de Memorias Políticas Feministas y Sexo Genéricas, CeDInCI.

*Activista feminista queer.

mabellucci@gmail.com


Agradezco el acompañamiento de Juan Queiroz y de Virginia Franganillo.


Moléculas Malucas agradece la gentileza de Sara Facio por autorizarnos a reproducir la fotografía de su autoría publicada en este artículo.


El Fondo María Elena Oddone, en el Programa de Memorias Políticas Feministas y Sexo Genéricas del CeDInCI, se encuentra en proceso de clasificación.




[1] Archenti, Nélida, Situación de la mujer en la sociedad argentina: Formas de organización en Capital Federal, Fundación Friedrich Naumann, Buenos Aires, 1987, p.45/46. [2] ATEM-25 de noviembre, “Primer Encuentro de Mujeres sobre Vida Cotidiana y Política”, Brujas, año 2, nº 5, Buenos Aires, octubre de 1984, p.18. [3] Brujas, año 2, nº 6, noviembre de 1984, p.2.

[4] Brujas, año 2, nº 5, p.33. [5] Mercado, Tununa, “Ser mujer y ser feminista en América Latina”, Fem, nº 73, México, enero de 1989, p. 26. Ver: https://herramienta.com.ar/articulo.php?id=1965 [6] Bellucci, Mabel,” Vida y obra Historia personal del activismo feminista y lésbico”, Pagina12, Suplemento Soy, Buenos Aires, 10 de enero de 2014. [7] Presidido por el filósofo y matemático Bertrand Russell e integrado por miembros/as procedentes de 18 países, entre los que se contaban juristas, filósofos, historiadores, escritores y científicos. El objetivo consistía en investigar la política exterior estadounidense y los actos tendientes al exterminio de la población, que pudieran ser caracterizados jurídicamente como actos de genocidio durante la guerra de Vietnam.

La consagrada escritora, filósofa feminista, Simone de Beauvoir, junto a la abogada feminista, activista y ensayista franco-tunecina, Gisèle Halimi, tuvieron un lugar destacado en este Tribunal. [8] Para mayor información ver: http://busquedapermanentelms.blogspot.com/2009/11/tribunal-internacional-de-los-crimenes.html [9] “El femicidio - crimen de odio contra las mujeres por ser mujeres - es el punto culminante de una espiral de violencia originada en la relación desigual entre mujeres y hombres en la sociedad patriarcal. Se encuentra en el extremo de un continuo de aterrorizamiento sexista a mujeres y niñas. Siempre que estas formas de terrorismo sexual desembocan en la muerte, se convierten en femicidios”. Ver: Diana E. H. Russell, Roberta A. Harmes. Feminicidio: una perspectiva global. UNAM, 2006. [10] Russell fue investigadora sobre incesto, abuso y violencia sexual intra/extrafamiliar contra mujeres y niñas. [11] Declaraciones de Magui Bellotti a la página Verdad Obrera en la entrevista «Cuando una mujer dice no es no», Buenos Aires, 28 de noviembre de 2001. [12] CECYM,Feminismo por feministas. Fragmentos para una historia del feminismo argentino. 1970-1996”, Travesías, nº 5, octubre 1996, Buenos Aires, CECYM, p.34. [13] Oddone, María Elena, La pasión por la libertad: memorias de una feminista, Colihue- Mimbipá , Asunción, Paraguay, 2001, p.182. [14] Corbiére acompañó la idea de armar este suplemento en Tiempo Argentino. Él estaba muy conectado con la prensa feminista europea de ese entonces. Con anterioridad, en 1978, el diario La Opinión lanzó «El suplemento de la Mujer». Sus colaboradoras fueron María Moreno y Moira Soto. Ellas se las ingeniaron para difundir lo que irrumpía en el feminismo pese a la censura en este medio gráfico por haber sido intervenido desde los primeros meses de 1977. [15] Militante trotskista del entonces Partido Socialista de los Trabajadores (PST), alumna de psicología en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, amante de los beatniks, titiritera, poeta, feminista de garra. Legendaria cronista de policiales en Crónica, Crítica, Flash, Revista Esto, La Voz del Mundo.

[16] Oddone, María Elena, Op.Cit. p.183.


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Cómo citar este artículo:


Bellucci, Mabel. Tribunal de Violencia contra la Mujer. El caso Mabel Adriana Montoya.

Abril de 2020














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