Autorretrato de Graciela Sikos y Alicia D’Amico
El arte feminista tiene como finalidad conducir la toma de conciencia de la opresión patriarcal sobre las mujeres a toda la sociedad, empleando para ello estrategias visuales. En Buenos Aires, las primeras propuestas activistas que emplean a los lenguajes artísticos se dan en torno a la Unión Feminista Argentina (UFA) en los años 70. Este legado se continua en los años 80, en época democrática. Hacia el final de la última dictadura militar argentina se funda Lugar de Mujer, espacio que promueve la participación de las artistas. Allí se acoge el proyecto fotográfico Autorretrato, creado por la fotógrafa Alicia D'Amico en colaboración con la psicóloga Graciela Sikos, para analizar la identidad como constructo y crear imágenes de mujeres reales, es decir, por fuera de los estereotipos de belleza heterosexista difundidos principalmente a través de los mass-media.
Por María Laura Rosa*
Con el regreso democrático, el 10 de diciembre de 1983, Argentina asiste lentamente a la reconstrucción de los vínculos afectivos deteriorados durante la última dictadura militar. Las agrupaciones feministas, que trabajan de forma silenciosa durante estos años, retoman las luchas iniciadas por las agrupaciones de los años 70. El retorno de mujeres exiliadas tuvo un impacto inmediato en el campo cultural local, así como también, en la rearticulación de los colectivos feministas.
Sin embargo, hacia el final de la dictadura cívico militar, DIMA (Derechos Iguales para la Mujer Argentina), institución fundada en 1976, organiza tres importantes actividades que evidencian el trabajo subterráneo del feminismo local. En ellas se destacan las urgencias ante temas como trabajo doméstico, derechos laborales, salud, familia y creación, entre otras cuestiones, éstos son: el Primer Congreso Argentino La Mujer en el Mundo de Hoy -25 y 26 de octubre de 1982-, las Jornadas de la Creatividad Femenina -1, 2 y 3 de abril de 1983-, cuyo lema fue ‘En toda mujer hay una creadora y en toda creadora hay una mujer’ y el Segundo Congreso La Mujer en el Mundo Hoy, el que se lleva a cabo en el mes de mayo de ese mismo año. En estas actividades, la presencia de las artistas visuales es importante, especialmente en las Jornadas de la Creatividad Femenina. Esto no es un dato menor ya que el arte feminista emerge del diálogo con los activismos feministas. En los años 70 la presencia de artistas dentro de los feminismos es escasa en contraste con los años 80, momento en que se vinculan en mayor número. En el artículo que publica La Razón en relación con estas jornadas se indica: "Entre las panelistas se contó con María Luisa Bemberg, Norah Borges, Alicia D'Amico, Raquel Forner, Elizabeth Azcona Cranwell, Josefina Robirosa, Mabel Eli, Martha Lynch, Renata Schusshein, Lucía Pacenza, Viviana Hanono, Nora Correas, E. Barugel, por nombrar sólo a algunas"[1]. Además de la presencia de las artistas, durante las Jornadas de la Creatividad Femenina, se encuentran diferentes líneas de pensamiento feminista, madura la necesidad de fundar un espacio que reúna exclusivamente a mujeres, así abre sus puertas el 13 de agosto de 1983 Lugar de Mujer, contando entre sus fundadoras a Marta Miguelez, Hilda Rais, Alicia D’Amico, María Luisa Lerer, María Luisa Bemberg, Sara Torres, Graciela Sikos, Inés Herkovich, Cristina García, Lidia Marticorena, Ana Amado, entre tantas mujeres que se acercan durante los años 80. El mismo día de su inauguración, las integrantes señalan: “Porque vamos a reunirnos para hablar de nosotras, desarrollando el respeto y la solidaridad, revisando los modelos convencionales de vinculación social. Porque somos conscientes de la necesidad de un lugar permanente de encuentro. Porque queremos revisar los prejuicios y tabúes que nos desprestigian y nos desvalorizan. Porque queremos rever los modelos dentro de los cuales fuimos educadas. Porque pensamos que el autoritarismo, la rivalidad y la competitividad atentan contra un modo de vida creativo y auténtico. Porque sí. ¿Para qué? Para reflexionar sobre nuestra inserción en la sociedad; discutir acerca de nuestro cuerpo, sexualidad, afectos, creatividad, vínculos, identidad”[2].
Lugar de Mujer es un espacio pluralista que recibe a mujeres de todas las tendencias políticas, feministas y no feministas, para reflexionar sobre diferentes situaciones que atraviesa el colectivo femenino, uno de los objetivos del espacio es llevar a la conciencia la estructura patriarcal. En ese sentido se llevan a cabo talleres, conferencias, grupos de reflexión, grupos de estudio, mesas redondas, proyección de cine con debate y exposiciones artísticas, todas propuestas que impactan sobre la producción creativa feminista. A su vez existe una comisión de asistencia psicológica, sexológica y asesoramiento jurídico para las mujeres que así lo requirieran. Todo ello se da sin interrupción a lo largo de siete años -1983-1990-, tras lo cual el espacio va tendiendo a centralizarse en el asesoramiento y ayuda a mujeres que sufren violencia de género, dejando lentamente de lado actividades referidas al campo artístico y cultural.
Un elemento que destacan las integrantes de este espacio es el placer que les da el estar juntas, el encontrarse para disfrutar, ya sea de reuniones pactadas o inesperadas, lo cual es comprensible en aquél momento de recuperación de las libertades. Las principales articulaciones que realizan las feministas de Lugar de Mujer son con las Madres de Plaza de Mayo, con las agrupaciones de Derechos Humanos y con las mujeres de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), situación que permite la confluencia de luchas en el reciente contexto democrático. Sus reivindicaciones callejeras así como las actividades que organizan y el taller permanente para elaborar propuestas al parlamento, son fundamentales para lograr la Ley de Patria Potestad Compartida –alcanzada en 1985 por la Ley 23264- y la Ley de Divorcio Vincular –conseguida en 1987 gracias a la Ley 23515 con la que se reforma el Código Civil-. A su vez pelean por la participación de las mujeres dentro de los partidos políticos y dentro del parlamento, para lo cual es de vital importancia crear conciencia en las mujeres
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El hecho de poder reflexionar críticamente sobre los modelos en los cuales son educadas las mujeres, determina que las experiencias personales se transformen en un territorio político. Así, como indica la filósofa Celia Amorós, se pasa de la anécdota a la categoría, y al hacerlo, se conceptualiza sobre ello. El concepto de experiencia, el cual cobra un valor político dentro de los grupos de concienciación de los feminismos de los 70, pronto se manifiesta como una herramienta metodológica que da la posibilidad de construir otras interpretaciones de lo personal[3].
Al mes de la inauguración de Lugar de Mujer, en septiembre de 1983, Alicia D’Amico junto a la psicóloga Graciela Sikos organizan el taller Autorretrato. A ambas les interesa reflexionar sobre la identidad femenina a partir de la confrontación entre las imágenes difundidas por los medios de comunicación y aquellas que surgen por la interpretación que cada mujer tiene de sí misma. El taller consiste en dos encuentros de cuatro horas de duración, uno en el estudio fotográfico que D’Amico comparte con la fotógrafa Sara Facio y otro en la sede de dicho espacio.
Las bases teóricas de la propuesta del taller vienen del campo de la psicología, específicamente del psicodrama y del teatro espontáneo. Su finalidad es alcanzar la autorreflexión sobre la identidad femenina que pueda llevarse al campo visual. Así recuerda Graciela Sikos: “La idea de hacer retratos de mujeres era de Alicia y yo agregué la metodología de taller, es decir: hacer un trabajo corporal, hacer una relajación, llevar elementos para trabajar. Todos los objetos que se usaron en las fotos los llevé yo. Las mujeres escogían qué elemento usarían para posar, había un espejo ante el que se veían, determinaban la forma en que posarían, etc. y Alicia respetaba esa decisión. Luego, en el momento que presentábamos las fotos tomadas por Alicia, yo hacía que cada mujer dijera cómo se veía y qué se le ocurría ante su propia imagen a través de un cuestionario. Estábamos todas juntas pero las fotos se las dábamos de a una. Yo tomaba nota sobre lo que cada mujer iba contestando. La idea de las preguntas y de la escucha sobre qué les pasaba frente a la propia imagen fue mía. Eso es un autorretrato para mí, cuando vos te ves, cuando tenés la foto entre las manos y te reconocés, decís esta soy yo”[4].
Mayra Leciñana, quien realiza uno de los talleres de Autorretrato dirigido a adolescentes, recuerda: “Al principio se planteaba un momento de distensión y de esparcimiento, caminábamos por ejemplo, con los ojos cerrados, se daba todo como para entrar en un clima de relajación. Después Graciela Sikos daba una charla planteando la idea de que uno puede construirse. Así es que nos proponía pensar cómo nos gustaría vernos, cómo nos percibimos. Ellas traían muchos elementos para que jugáramos a mostrarnos en un rol que se relacionara con cómo nos veíamos nosotras mismas: guantes, ropas, zapatos, mantos, encajes flores, corbatas. Una vez que protagonizábamos ese rol, Alicia nos tomaba una fotografía. Finalmente hacíamos un balance, una evaluación de cómo nos habíamos sentido con la imagen fotográfica que resultaba de este proceso de reflexión”[5]. Las participantes responden preguntas que Sikos elabora para que expresen lo que sienten ante la fotografía, esos textos acompañan a las imágenes. El material de este taller forma parte de la muestra que se realizó en Lugar de Mujer al cumplirse un año de su fundación.
Al respecto la prensa se hace eco. El periódico Tiempo Argentino publica algunas fotografías de Autorretrato en un artículo escrito por Sara Facio: “El autorretrato es, por definición, la búsqueda de la propia imagen. Todas las disciplinas artísticas (pintura, literatura, etcétera) tienen ejemplos magistrales. Estamos frente al autorretrato de una no-artista, de alguien que sólo busca su identidad, de crearse aunque la mano técnica pertenezca a “otra”. Pero, atención, “otra” que la mira sin prejuicios, sin preconceptos, que es sólo el espejo. Y corresponde a la idea madre del autorretrato: autoconocimiento y aceptación no complaciente del yo[6].
Una parte del material resultante es publicado en el periódico alfonsina, el cual comienza a circular en diciembre de 1983 con el fin de vincular lo femenino al contexto nacional. En el artículo que lleva por nombre Cómo Somos, Alicia D’Amico explica el sentido del taller de Autorretrato: “La hipótesis de trabajo sostiene que existe una mirada fotográfica femenina capaz de crear una nueva estética, redefiniendo el concepto tradicional de belleza; mirando de manera diferente, juzgando y creando de manera diferente. La mujer puede transformar la imagen de la mujer. (…) La identidad femenina pasa ahora a ser una cuestión de las mujeres”[7]. La fotógrafa se propone investigar cómo la libertad sobre el propio deseo y el cuerpo femeninos pueden crear otras imágenes de mujeres, diferentes a las que por entonces circulan masivamente a través de los medios de comunicación. Los géneros del retrato y el desnudo fueron centrales para ello. La fotografía, para D’Amico, se constituye en un medio que permite el autoconocimiento.
En ese sentido, una de las integrantes del taller, Cecilia, decía frente a la imagen escogida por ella misma: “Es lo que yo pensé mostrar y que me pasa a mí y a varias mujeres igual: una parte aprendida, moldeada por la educación, por los medios de vida, tiene que ver con la mujer objeto. La otra parte mía, que fui eligiendo a través de mi vida, que no tiene que ver con los modelos, que está expuesta sin disfraces, sin pintura, que piensa, que reflexiona. ¡En mí conviven esas dos! Eso es permanente. A veces tironea más una que la otra, pero bueno… es así! CECILIA”[8].
El ejercicio de pensarse a sí mismas a través de la fotografía, nos lleva a destacar ciertas particularidades del contexto argentino durante los años 80. Junto a la salida de un régimen dictatorial genocida, con secuelas graves para los derechos humanos y los vínculos sociales, coincide la fuerza que cobran los movimientos de mujeres con la llegada de mujeres exiliadas que vienen con información fresca sobre los feminismos extranjeros y la necesidad genuina de socialización entre sus integrantes, de recuperación de la comunicación física y afectiva entre las mujeres. Los comentarios de las participantes de Autorretrato se hacen eco de esta situación del contexto. Es el caso de Ana: “Me gustan más las fotos en las que todas salimos de nuestras habituales imágenes y mostramos esos costados en donde las defensas están más bajas. Sentí que el grupo me aportaba cosas que me faltaban. Me sorprendió mi foto porque muestra un matiz de mi personalidad siempre oculto: la melancolía. La mirada angustiada refleja mucho de la forma en que me buscaba; entre angustiada y perdida. Con la boina estoy más desafiante, y es la que más me identifica, porque a veces sobrepongo el desafío a cualquier estado de ánimo. ANA”[9].
Ana es la profesora e intelectual Ana Amado (Santiago del Estero 1946-Buenos Aires 2016) [10] quien había regresado recientemente al país, tras el exilio junto a su marido, Nicolás Casullo, primero en Caracas (1974-1975) y luego en México (1976-1983). Ella pertenece a esas mujeres curiosas e informadas que ansían insertarse en el clima de apertura cultural de Buenos Aires. La imagen refleja cierta melancolía en la mirada, tal como apunta la retratada, quizás por la experiencia nómade del exilio. La angustia sentida por cómo reconstruir su vida en una Argentina que busca revivir sin olvidar el pasado, es algo característico de muchas/os exiliadas/os de aquellos años. En este contexto, algunas mujeres consideran que es imprescindible pensar cómo quieren verse y ser vistas. El corte fortuito realizado por la cámara al enrollar la película, es preservado por la fotógrafa como parte de la obra, y sin lugar a dudas, genera un marco misterioso para el rostro de Ana.
Para concluir, no es un dato menor que los talleres planteados por Sikos y D’Amico – ya sea juntas o de manera independiente- tengan un alto nivel de convocatoria. Existe la necesidad de pensar en la subjetividad, de revisarla y reinscribirla, de dar voz a aquellos deseos latentes y poder protagonizar la vida dejando de lado la esclavitud de los mandatos. Todos estas cuestiones conviven al mismo tiempo en la Buenos Aires de la primera mitad de los años 80, en donde comienza a conformarse un recorrido artístico feminista que retoma lo realizado durante los años 70 y nos deja tanto un legado como una genealogía para el siglo XXI.
* Doctora en Arte Contemporáneo. CONICET/Universidad de Buenos Aires, Instituto de Investigación en Estudios de Género
Agradecimientos
Familia Di Gisi, Alicia Sanguinetti y Ricardo Sanguinetti, Eugenia Sik del CeDInCI - Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas.
[1] "Contra el machismo", La Razón, 3 de abril de 1983, 5.
[2] “¡Casa Tomada! Un lugar para cada una y cada una en su lugar”, Tiempo Argentino, 13 de agosto de 1983, sección Mujer, 5. [3] HARDING, S. Feminism and Methodology. Indianapolis, Indiana University Press, 1988.
[4] Entrevista a Graciela Sikos, Buenos Aires, 22 de septiembre de 2016.
[5] Entrevista a Mayra Leciñana, Buenos Aires, 15 de enero de 2016. [6] FACIO, Sara. La mirada femenina puede volverse un bumerán. Olvidándose de la versión que esperan los demás, varias mujeres ensayan sus primeros autorretratos fotográficos y aprenden a reconocer su verdadera imagen o a cambiarla. In Tiempo Argentino, 13 de agosto de 1983, sección Mujer, 2. [7] D’AMICO Alicia. "Cómo Somos". En alfonsina, n° 3, 12 de enero de 1984, 8.
[8] D’AMICO, A. "Cómo Somos". En alfonsina, n° 3, 12 de enero de 1984, 9 [9] D’AMICO, A. "Cómo Somos". En alfonsina, n° 3, 12 de enero de 1984, 9
[10] Ana Amado fue corresponsal en Argentina de Fempress, Red Alternativa de Prensa Feminista para América Latina desde 1983 a 2001.
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Cómo citar este trabajo:
Rosa, María Laura
"Autorretrato de Graciela Sikos y Alicia D’Amico. Proyecto para la concienciación feminista".
Moléculas Malucas - Septiembre de 2020.
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