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Boicot

La Ășltima razzia a un boliche de lesbianas en Buenos Aires


Por MarĂ­a Luisa Peralta*


El Pasaje Dellepiane. Fuente: "TĂ© en el Sahara", (blog personal de la autora).

En abril de 2020 se cumplieron 25 años de un hito represivo: el 15 de abril de 1995 tuvo lugar la Ășltima razzia en la ciudad de Buenos Aires contra un boliche de lesbianas. Veinticinco años puede ser mucho tiempo o muy poco. En la vida de una persona, es muchĂ­simo. En la historia de los movimientos sociales que protagonizan procesos histĂłricos de cambio, no es tanto. Es mucho lo que anduvimos en estos veinticinco años si miramos cĂłmo estamos hoy en tĂ©rminos sociales, polĂ­ticos, culturales y tambiĂ©n legales. Tanto que a veces parece que se pierden un poco de vista cĂłmo eran las condiciones de existencia para las personas LGTB en aquellas Ă©pocas no tan lejanas.


Boicot era una disco bĂĄsicamente para lesbianas que quedaba en el Pasaje Dellepiane, a la altura de CĂłrdoba al 1600, entre Viamonte y TucumĂĄn. Pleno centro de lo que por entonces todavĂ­a se llamaba Capital Federal. Las dueñas de Boicot eran Pato Galante y Myriam GonzĂĄlez (fallecida en 2000), socias y pareja. Pato Galante dice que “Boicot fue un lugar para chicas pero eso no significaba que estaba prohibida la entrada a varones. Ellos podĂ­an entrar, lo que sĂ­ habĂ­a era beneficios en los precios de las entradas y cierta prioridad de ingreso para las chicas”. Fueron años donde, ademĂĄs de las discos, habĂ­a muchos mĂĄs bares y pubs LGTB que ahora, algunos legendarios. Tanto Galante como MĂłnica Santino coinciden marcar la gran importancia que tuvieron esos lugares de encuentro y en considerarlos no sĂłlo emprendimientos comerciales sino tambiĂ©n una forma de militancia. En la misma cuadra de Boicot estaba Tasmania, un bar hermoso, cĂĄlido, que acogiĂł las noches de muchxs de nosotrxs en la comunidad LGTB que querĂ­amos un lugar con mĂșsica pero donde se pudiera hablar y besarse sin que te molestaran. Tasmania abrĂ­a antes que Boicot y cerraba mĂĄs tarde, ya de mañana. Lxs que estĂĄbamos en el bar toda la noche veĂ­amos las oleadas de lesbianas que pasaban a tomar algo antes de ir a bailar y las que venĂ­an a desayunar cuando el boliche cerraba. El pasaje empedrado prĂĄcticamente no tenĂ­a trĂĄnsito de autos, de manera que la gente se amontonaba a charlar y hacer tiempo en las veredas del bar y de la disco.



Boleto de entrada a Boicot, de marzo de 1995, semanas previas a la Ășltima razzia. Fuente: Archivo MarĂ­a Luisa Peralta.

El 15 de abril de 1995 hubo una razzia policial. TodavĂ­a las habĂ­a con cierta regularidad en los boliches gays y en los que eran para gays y travestis (no todos los boliches gays permitĂ­an la entrada a travestis). Esta, sin embargo, tuvo de especial que serĂ­a la Ășltima para las discos de lesbianas en Buenos Aires, que luego funcionaron con mayor o menor suerte econĂłmica pero sin la amenaza policial (aunque con coimas mediante, siempre hubo coimas). AsĂ­ lo cuenta Pato Galante: “Hubo varias razzias, tanto en Enigma [el otro boliche del que eran dueñas con Myriam GonzĂĄlez, mĂĄs orientado a gays] como en Boicot. HacĂ­an apagar la mĂșsica y con las luces prendidas separaban a hombres por un lado y a mujeres por el otro y los ponĂ­an en fila. Aparte de Moralidad tambiĂ©n caĂ­an los de la comisarĂ­a del barrio, aunque les pagĂĄramos mensualmente el canon que nos exigĂ­an. Entraban en medio de la noche, de manera intempestiva, y no habĂ­a con quĂ© darle, cuando caĂ­an, caĂ­an, no habĂ­a margen de negociaciĂłn. HacĂ­an lo que querĂ­an, no nos escuchaban. Ellos entraban y de repente, entre los que integraban el operativo, reconocĂ­as la cara del tipo con quien te sentaste, le ofreciste una Coca Cola y le pagaste el canon para que no molesten. Y si te cruzabas la mirada directamente te desconocĂ­a”.


PrĂĄcticamente no hay ningĂșn documento, informe o memoria de este incidente. El Ășnico lugar donde se puede leer lo que pasĂł esa noche es el informe que Alejandra SardĂĄ preparĂł sobre la situaciĂłn de las lesbianas en Argentina como parte del libro Unspoken rules. Sexual Orientation and Women’s Human Rights, que publicĂł en 1995 [1] la ComisiĂłn Internacional de Derechos Humanos de Gays y Lesbianas (IGLHRC, por sus siglas en inglĂ©s, una ONG fundada en 1990 en Estados Unidos por activistas rusxs y norteamericanxs, actualmente se llama OutRight). Algunos otros reportes de violaciones de derechos humanos de esos años mencionan el hecho, pero lo hacen citando este informe de Alejandra.


Tapa del libro libro "Unspoken rules. Sexual Orientation and Women’s Human Rights", donde Alejandra Sardá relata la razzia a Boicot de abril de 1995 como parte de su informe sobre la situación en Argentina. International Gay and Lesbian Human Rights Commission. Nueva York 1995. Fuente: Archivo María Luisa Peralta.

La policía cayó en la disco y arrestaron a 10 lesbianas. El informe se basa en lo que contó Mirta Molinari, que estaba presente. Ella había sido activista de SIGLA (Sociedad de Integración Gay Lésbica de Argentina) y luego se había apartado, formando otro grupo que se llamó Integración Lésbica. Este grupo se dedicaba sobre todo a los talleres de reflexión, una metodología habitual en los grupos lésbicos de la época, y a la socialización y fue de duración mås bien corta. Mirta Molinari, con su mirada entrenada de militante, reportó que la policía seleccionó especialmente a las que le parecieron mås jóvenes y mås pobres, las que suponían que tendrían menos recursos para defenderse. Al buscar a las jóvenes la intención era doble: si hubiera habido alguien menor de 18 años, se habría podido clausurar el local. En este caso, todas eran legalmente mayores de edad.


La realizadora de cine Liliana FuriĂł, que era habituĂ© del lugar y estuvo esa noche allĂ­, lo recuerda asĂ­: “Boicot en aquel momento de la razzia ya se habĂ­a convertido en EL boliche de las tortas de los ‘90. AmĂĄbamos ese lugar. Siempre cuento esa anĂ©cdota como retrato de Ă©poca que, aunque ya en plena democracia, mantenĂ­a intacta la impronta represiva de la dictadura. Yo tenĂ­a 32 años y hacĂ­a un año y medio que me habĂ­a separado del padre de mis hijas y me habĂ­a asumido lesbiana, asĂ­ que estaba a full. HabĂ­a salido de la casa de un milico para casarme con un pibe de mi edad, siguiendo mandatos. Todas las veces que podĂ­a arrancaba las previas en Bach Bar o en Tasmania, que era la otra previa antes de ir a Boicot. La razzia de 1995 fue tremenda, esa noche hicimos la previa en Bach Bar con una amiga y ahĂ­ conocimos a dos chicas paraguayas muy bonitas de paso por Buenos Aires. Una de ellas era gerenta de un banco, hija del dueño, era una chica formal, reciĂ©n salida del closet y fascinada por lo que estaba pudiendo vivir en Buenos Aires. Imaginate Paraguay años ‘90. La otra era mĂĄs hippona, intelectual, que ya conocĂ­a la noche de Buenos Aires. Las invitamos a ir a Boicot con nosotras y las dos emocionadĂ­simas y felices nos acompañaron. La noche en Boicot empezĂł divina, bailando, tomando algo, les presentĂĄbamos a amigas, la mĂĄs formal de las paraguayas nunca habĂ­a estado en un boliche de tortas, estaba completamente obnubilada. De repente, mientras bailĂĄbamos con nuestros tragos en la mano, se empiezan a escuchar gritos, se producen movimientos raros, muebles que se corrĂ­an: “¡entrĂł la cana! ÂĄrajen que entrĂł la cana!”. En un segundo de distracciĂłn perdĂ­ de vista a las paraguayas y desesperada empecĂ© a buscarlas porque me sentĂ­a responsable. De repente veo que las canas estaban torciĂ©ndole el brazo a las pibas del lugar y las ponĂ­an contra la pared mientras se las iban llevando.”


Y asĂ­ lo recuerda Valeria Herrera, con quien al año siguiente empezamos a compartir militancia en Lesbianas a la Vista: “ReciĂ©n llegaba a Buenos Aires, venĂ­a del sur, tenĂ­a 18 años. Fui una vez (y creo que Ășnica) tĂ­midamente. Me quedĂ© en la parte de arriba mirando hacia la pista y no me movĂ­ de ahĂ­ por horas hasta que llegĂł la cana. Era la Ă©poca de las razzias. Yo no sabĂ­a lo que eran. Entraron violentamente, pedĂ­an documentos, amenazaba a las pibas menores de edad con avisarles a los padres, cagĂĄndose de risa al ver el miedo en muchas. Eran habituales las razzias. Esa primera vez me dio miedo. Luego fui mĂĄs a conciencia que iba a tener que enfrentarlo, que no querĂ­a salir corriendo y que algo tenĂ­a/tenĂ­amos que hacer para cambiarlo”.


Las retuvieron durante tres horas, sometiĂ©ndolas a burlas, abuso verbal, y amenazĂĄndolas con revelar a la prensa sus nombres y el hecho de que eran lesbianas (algo que la policĂ­a habĂ­a hecho muchas veces antes con personas LGTB). Dice el informe de Alejandra SardĂĄ que las dueñas de Boicot llamaron a MĂłnica Santino, como hubiera hecho casi cualquiera en esa situaciĂłn. Santino, la histĂłrica vicepresidenta de la CHA cuando obtuvieron la personerĂ­a jurĂ­dica y una de las pocas activistas lesbianas pĂșblicas en esos años, se encargĂł de presionar a la policĂ­a para que no retuvieran a las lesbianas detenidas por mĂĄs tiempo del que la ley permitĂ­a.


Tarjeta promocional de Boicot anunciando un recital de Sandra Mihanovich en el boliche. Fuente: Fondo Marcelo Reiseman del Programa de Memorias Políticas Feministas y Sexogenéricas, CeDInCI.

Eran años de “averiguaciĂłn de antecedentes” (una figura muy vaga que le permitĂ­a a la policĂ­a arrestar a las personas para comprobar su identificaciĂłn y si tenĂ­an antecedentes policiales) y de edictos policiales en la ciudad de Buenos Aires, que reciĂ©n fueron derogados en 1998, luego de un intenso trabajo militante inscripto en las disputas por los cambios legales e institucionales que tuvieron lugar cuando la ciudad de Buenos Aires dejĂł de ser el distrito federal y pasĂł a ser una ciudad autĂłnoma. Los edictos habilitaban a la policĂ­a a acosar, extorsionar, detener y torturar a las personas LGTB, funcionando como un sistema para-legal completamente inadmisible en una sociedad democrĂĄtica: la policĂ­a los redactaba y promulgaba, ejecutaba los arrestos y luego dictaba las condenas, que se cumplĂ­an en las mismas comisarĂ­as. Nos paraban hasta por ir de la mano por la calle. SĂ­, todavĂ­a a mediados de los noventa, unos cuantos años despuĂ©s de la recuperaciĂłn de la democracia. La peor parte la llevaban las travestis, que aparecĂ­an asesinadas con pasmosa regularidad, sobre todo a la vera de la ruta Panamericana, uno de los principales lugares donde realizaban trabajo sexual. Las detenĂ­an por su mera existencia travesti, no importaba si solamente habĂ­an salido a la calle a comprar la comida para el almuerzo, amparĂĄndose en un artĂ­culo que penaba “vestir ropas del sexo opuesto”. Pero lesbianas y gays tambiĂ©n Ă©ramos perseguidxs. La gente salĂ­a de los bares y boliches y cuando veĂ­a un patrullero cerca se soltaba de las manos, desarmaba los abrazos, interrumpĂ­a los besos.


Como decĂ­a Liliana FuriĂł al recordar la noche del 15 de abril: “Fue una noche de larga angustia, un momento tremendo y traumĂĄtico, pero que tambiĂ©n me sirviĂł para concientizar cuĂĄnto del horror naturalizado de las fuerzas y modalidades represivas, que venĂ­an de tiempos de dictaduras recientes, todavĂ­a continuaban intactas, una represiĂłn totalmente impune, horrorosa.”


Boicot no era un tugurio clandestino. Los bares y boliches LGTB no se anunciaban en la gran prensa, pero cuando buscabas un poco en el ambiente los encontrabas con facilidad. La mayorĂ­a tenĂ­a puerta a la calle. Un mes antes de la razzia, en Boicot hubo un recital muy grande por el 8 de marzo, una gran producciĂłn, segĂșn Pato Galante “fue una noche inolvidable, hermosa”. En las tarjetas de invitaciĂłn, que encontrabas por ejemplo en los bares LGTB, anunciaban que habrĂ­a muchas figuras invitadas, aunque no se daba el nombre de ninguna. Nadie era del todo clandestino, casi nadie era del todo visible. Hubo varias bandas y cantantes. Claudia PuyĂł fue la mĂĄs potente. El ambiente era de fiesta y celebraciĂłn, al entrar te daban rosas. El lugar estaba repleto. AsĂ­ eran esos tiempos: un gran festival y al poco tiempo una razzia.


Tapa de las Memorias del IV Encuentro de Lesbianas Feministas de América Latina y el Caribe realizado en Chapadmalal entre el 7 y 9 de abril de 1995. Fuente: Archivo María Luisa Peralta.

Una semana antes de la razzia, el 7, 8 y 9 de abril se habĂ­a realizado el IV Encuentro de Lesbianas Feministas de AmĂ©rica Latina y el Caribe. Un encuentro al que no fue tan fĂĄcil acceder. Otro evento que no fue del todo clandestino, pero tampoco del todo visible. En Tasmania habĂ­a anuncios de que se harĂ­a un encuentro de lesbianas feministas, pero no se daban precisiones. Los carteles no decĂ­an ni dĂłnde serĂ­a ni quiĂ©n organizaba, no habĂ­a un solo nombre. HabĂ­a que mandar una carta a una casilla de correo –la era pre-internet, no habĂ­a ni correo electrĂłnico, el cambio tecnolĂłgico fue sideral– y luego te darĂ­an indicaciones al responderte. LĂłgicamente, las que asistieron fueron bĂĄsicamente las que ya estaban dentro de algunos espacios de militancia lĂ©sbica y feminista. Tanto era el celo por mantener cierta “reserva”, que la remera recordatoria del encuentro, conservada por años por Sara Torres dentro de su valioso archivo personal, tenĂ­a un hermoso mapa de AmĂ©rica Latina y el Caribe con unas figuras que se entrelazaban dibujadas en violeta, decĂ­a la fecha y “Argentina” pero no el lugar preciso donde se habĂ­a realizado (fue en Chapadmalal, provincia de Buenos Aires). En las Memorias del encuentro (en cuya portada tambiĂ©n aparecen las fechas y el paĂ­s, pero no la ciudad) se puede leer: “Los bares de lesbianas y homosexuales fueron otra vĂ­a de comunicaciĂłn: allĂ­ estĂĄbamos con nuestras alcancĂ­as y volantes difundiendo un Encuentro que a algunas sorprendĂ­a, a otras interesaba, a la mayorĂ­a le resultaba indiferente o asustaba”. Y sobre la incĂłgnita del lugar dice: “Ya desde las primeras reuniones surgiĂł la preocupaciĂłn por encontrar un lugar lo suficientemente reservado como para dar el marco e intimidad, privacidad y seguridad que las mujeres que participaran necesitarĂ­an”. Las organizadoras escribieron que dejaron en claro de entrada que “el Encuentro serĂ­a de mujeres lesbianas para no tener luego ningĂșn tipo de rechazo o inconveniente en el momento de la firma del contrato. Por parte de ellos no hubo ninguna actitud discriminatoria, quedando entre ambas partes el compromiso mutuo de guardar absoluta reserva acerca del evento como condiciĂłn indispensable para contratar el servicio”.


Remera del IV Encuentro de Lesbianas Feministas de América Latina y el Caribe realizado en Chapadmalal entre el 7 y 9 de abril de 1995. Fuente: Archivo María Luisa Peralta.

Ese era el clima de Ă©poca, el que hacĂ­a verosĂ­mil la amenaza policial de revelar datos a la prensa, una revelaciĂłn que en esos años (y ahora todavĂ­a tambiĂ©n, aunque prefiramos creer que no) podĂ­a tener consecuencias catastrĂłficas en tĂ©rminos laborales o familiares. Cuenta Liliana FuriĂł en relaciĂłn a su discusiĂłn con la policĂ­a durante la razzia en Boicot: “Realmente no entiendo y no me lo explico cĂłmo no me llevaron a mĂ­. Por otra parte, el padre de mis hijas me tenĂ­a amenazada con sacarme la tenencia de mis hijas porque yo era torta asĂ­ que imagĂ­nate si iba en cana el drama familiar [2] que hubiese implicado. Pero en ese momento realmente yo estaba fuera de mĂ­.” Durante todos los ‘90 hubo razzias y allanamientos en los lugares de reuniĂłn LGTB: discos, pubs, bares, y lugares de levante como Costanera Sur y la Avenida Santa Fe. Recuerda Pato Galante: “Otro punto habitual de razzias era en la puerta de la galerĂ­a Americana, un lugar emblemĂĄtico del tarjeteo de boliches gay, en Santa Fe y PueyrredĂłn. AllĂ­ las detenciones eran permanentes, se llevaban a los tarjeteros en autos de civil. Pasaban horas en la comisarĂ­a, ponele que se los llevaban a las 12 de la noche y con suerte los largaban a las 4 de la mañana. Yo iba a buscar a siempre a mis tarjeteros. [
] Obviamente, siempre, pero siempre, habĂ­a chicas travestis detenidas, terrible.” El informe que Carlos JĂĄuregui confeccionaba para Gays DC sobre violaciones a los derechos humanos consigna cientos de detenidxs para el perĂ­odo 1994-1996.


En ese contexto, buena parte del activismo LGTB era dedicado al activismo antirrepresivo. Activistas como Carlos JĂĄuregui y MĂłnica Santino estaban siempre presentes recibiendo denuncias de la gente, llamando o yendo a comisarĂ­as. Lxs abogadxs Marcelo Feldman y Ángela Vanni [3] (quien falleciĂł el 7 de julio de 2020), integrantes del servicio legal de Gays DC, dedicaban mucho de su tiempo y su capacidad profesional a atender llamados de personas LGTB detenidas por la policĂ­a, acudiendo a cualquier hora del dĂ­a y de la noche a sacar gente de las comisarĂ­as. Como parte de la reacciĂłn a la razzia en Boicot, en vez de dejarse intimidar, el Frente de Lesbianas de Buenos Aires iniciĂł una campaña entre las tortas con informaciĂłn sobre derechos repartiendo en los bares tĂ­picos volantes antirrepresivos, como los que repartĂ­an muchas otras organizaciones que no eran LGTB: quĂ© podĂ­a hacer la policĂ­a y quĂ© no, quĂ© podĂ­an exigir lxs detenidxs, cĂłmo debĂ­an proceder en tĂ©rminos legales –remarcando la existencia de asistencia legal gratuita– y daban un telĂ©fono de contacto.


Volante de difusiĂłn de derechos antirrepresivos del Frente de Lesbianas. Buenos Aires, 1995. Fuente: Archivo MarĂ­a Luisa Peralta.

Los edictos policiales y la violencia policial afectaban a muchos sectores ademĂĄs de las personas LGTB: chicxs en situaciĂłn de calle, vendedorx ambulantes, trabajadoras sexuales, a la protesta social en general y al movimiento piquetero en particular, que para esos años ya estaba ganando fuerza y presencia en varios lugares del paĂ­s y ya tenĂ­a compañerxs asesinadxs por la policĂ­a en la represiĂłn de los cortes de ruta. Estos sectores hicieron suya tambiĂ©n la lucha contra el “gatillo fĂĄcil”, sostenida desde hacĂ­a años por militantes de la izquierda como el abogado comunista LeĂłn “Toto” Zimerman (fundador de CORREPI y el que acuñó el tĂ©rmino cuando querellaba la causa por la llamada masacre de Budge). Se iniciaban procesos de diĂĄlogo y confluencia entre gente que habitualmente compartĂ­a realidades diferentes pero que descubrĂ­a puntos en comĂșn: la represiĂłn de la que eran objeto por su forma polĂ­tica o sexual de habitar, ocupar y transitar el espacio pĂșblico. Ese mismo año de 1995 se convocĂł una marcha contra la violencia policial, y el volante donde se instaba a repudiar “las razzias, las coimas, la prepotencia, el patoterismo, la tortura fĂ­sica y psicolĂłgica y el gatillo fĂĄcil” estaba firmado por organismos de derechos humanos, organizaciones estudiantiles, sindicales, el Frente de Lesbianas, Gays DC, ATA, la CHA y AMAR.


Volante convocando a una marcha contra la policĂ­a firmado por varias organizaciones, incluido el Frente de Lesbianas. Fuente: Archivo MarĂ­a Luisa Peralta.

En veinticinco años algunas cosas cambiaron mucho, otras no tanto. Boicot ya no existe. Tasmania tampoco. Pero los edictos policiales tampoco existen mĂĄs, gracias al esfuerzo de decenas de militantes de distintos movimientos sociales que pudimos armar coaliciones amplias para lograr su derogaciĂłn. Porque los edictos policiales afectaban a muchos sectores diferentes, algunos considerados mĂĄs respetables por la sociedad y otros mĂĄs despreciados, incluso por algunxs de lxs otrxs que eran afectadxs por los edictos. Todxs tuvimos que aprender a trabajar juntxs con todas esas diferencias para poder frenar el poder autoritario policial. Sin embargo, el avance nunca es lineal: luego de un proceso que se extendiĂł durante años en el que se fueron derogando los cĂłdigos de faltas en todas las provincias, en años posteriores en muchas provincias, como CĂłrdoba, volvieron a estar vigentes, y aunque con otros nombres, en la prĂĄctica son sinĂłnimos de los edictos policiales. En muchas ciudades, como La Plata, la policĂ­a y lxs vecinxs actĂșan como si los edictos estuvieran vigentes. Tanto en la ciudad de CĂłrdoba como en La Plata, lxs activistas LGTB re-editaron entre 2010 y 2016 alianzas amplias con los diversos sectores afectados por el autoritarismo policial. No fue fĂĄcil, lxs compañerxs todavĂ­a en esos años recientes siguieron encontrando resistencias y prejuicios homolesbobitransfĂłbicos incluso en espacios que se jactan de ser progresistas.



Tarjeta de promociĂłn para el show del 8 de marzo de 1995 en Boicot. Fuente: Archivo MarĂ­a Luisa Peralta.

Una de las cosas que sĂ­ han cambiado en estos años es cuĂĄles son los horizontes de posibilidad de la imaginaciĂłn polĂ­tica para el movimiento LGTB. Tal como el movimiento de derechos humanos, el estudiantil, y el piquetero, nosotrxs tenemos toda la historia de nuestro movimiento atravesada por el posicionamiento y la acciĂłn antirrepresiva, a diferencia de otros movimientos sociales y polĂ­ticos cuyo modo de ocupar (o no ocupar) el espacio pĂșblico los mantuvo a resguardo de la acciĂłn policial. Sin embargo, otras discusiones, otras acciones, otras teorizaciones nos quedaban fuera de cuadro, porque la realidad inmediata que enfrentĂĄbamos por los edictos policiales, la extorsiĂłn, las coimas, las detenciones arbitrarias, nos marcaba no sĂłlo una urgencia sino que acordonaba la interacciĂłn con el Estado: en esos años, no podĂ­amos hablar de antipunitivismo ni discutir los tĂ©rminos o los procedimientos jurĂ­dicos, que por otro lado muy raramente eran para juzgar violencias contra nosotrxs, discriminaciĂłn, o vulneraciones de derechos. Desde hace unos años, activistas de un sector del movimiento LGTB hablamos de antipunitivismo, no siempre en los mismos tĂ©rminos que el movimiento feminista porque nuestros enfoques siguen teniendo atravesamientos distintos justamente en lo que hace a lo sexual, a los modos de habitar el espacio pĂșblico y a la exposiciĂłn a la represiĂłn policial, que nunca cesĂł por completo, sino que sĂłlo menguĂł o se desplazĂł territorialmente, o se concentrĂł sobre algunas partes de la poblaciĂłn LGTB. Somos bĂĄsicamente el mismo sector que se preocupaba y se sigue preocupando por lo antirrepresivo en las calles, pero ahora ademĂĄs pudimos acceder a otra instancia de interacciĂłn con el Estado y el horizonte del debate, la teorizaciĂłn y la acciĂłn sobre el sistema judicial pasĂł a ser algo a nuestro alcance. No se trata de que un campo de lucha sea mĂĄs legĂ­timo que otro, ni de que tengan distinta jerarquĂ­a, sino de cuĂĄl es la legitimidad que se le da a los sujetos, individual y colectivamente, para convertirse en actores polĂ­ticos vĂĄlidos, socialmente respetadxs, como para darles voz en uno u otro campo.


Hoy vemos una continuaciĂłn del avance policial y represivo que se consolidĂł en años anteriores, y el reclamo de ciertos sectores sociales que lo apoyan incluso dentro de algunos movimientos sociales que aunque se digan progresistas tienen agendas de vigilancia, securitismo y punitivismo. Ese avance es por un lado parte de la reacciĂłn a las conquistas no sĂłlo legales sino tambiĂ©n sociales de estos veinticinco años y por el otro una ilusiĂłn de algĂșn tipo de respuesta frente a las crisis econĂłmicas y polĂ­ticas, que generan descontentos y angustias que siempre se descargan sobre mĂĄs o menos los mismos grupos seleccionados repetidamente como chivos expiatorios. Por todo eso, es tambiĂ©n parte de lo que estĂĄ agazapado, esperando el momento de tomar revancha. El movimiento LGTB puede con razĂłn celebrar sus triunfos, pero no puede desentenderse del activismo antirrepresivo. Seguimos estando en la mira.




*Activista lesbiana y anarquista. Desde el año 1996, ha fundado o sido parte de diferentes grupos del movimiento LGTB. Su activismo se ha centrado en distintos temas, sobre todo lo antirrepresivo, la construcción de movimiento lésbico, la política LGTB anticapitalista, las maternidades lésbicas y las familias LGTB, el acceso a tecnologías reproductivas, la traducción y difusión de artículos, y los archivos. Actualmente es parte de Antinatural - Lesbianas por la justicia reproductiva y de Sexo y Revolución - Programa de memorias políticas feministas y sexogenéricas, del CeDInCI - UNSAM. También es integrante del colectivo de la Editorial Madreselva . Algunos de sus artículos y traducciones pueden leerse en su blog



Notas al pie

[1] Este capĂ­tulo del libro, de la versiĂłn en castellano, que se llamĂł Secreto a voces, puede consultarse en el archivo Potencia Tortillera.


[2] Para conocer mås sobre las condiciones en que estaban las madres lesbianas en esos años, se puede leer https://www.moleculasmalucas.com/post/mater-admirabilis [3] Se puede leer mås sobre el trabajo y el compromiso de Ángela en https://www.moleculasmalucas.com/post/Ángela-vanni-la-guardiana-de-las-travestis




Agradecimientos


Quiero agradecer a Pato Galante, Liliana FuriĂł, Valeria Herrera y MĂłnica Santino por sus testimonios. A Juan Queiroz por buscar sus voces y a Adriana Carrasco por haber facilitado esa bĂșsqueda. Le agradezco tambiĂ©n a NicolĂĄs Cuello por estar siempre dispuesto a la lectura crĂ­tica entre compañerxs y por su valoraciĂłn amorosa de mi trabajo.




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CĂłmo citar este trabajo:


Peralta, MarĂ­a Luisa; "Boicot. La Ășltima razzia a un boliche de lesbianas en Buenos Aires"

Moléculas Malucas, febrero de 2021.

https://www.moleculasmalucas.com/post/la-Ășltima-razzia-a-un-boliche-de-lesbianas-en-buenos-aires



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