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“Homosexual no estás solo”

Entrevista a Samuel Pinto, delegado en Europa del Frente de Liberación Homosexual de Argentina


Samuel Pinto en 1975 en el patio del edificio donde funcionó la Delegación Permanente del Frente de Liberación Homosexual de la Argentina en Europa Occidental. Fuente: Archivo personal de Samuel Pinto.

Por Juan Queiroz*


Entre 1974 y 1976, en un barrio obrero de la ciudad de Bolonia, funcionó la delegación del Frente de Liberación Homosexual, constituida, sobre todo, para denunciar en Europa la represión anti-homosexual en la Argentina. Su fundador y único miembro fue el exiliado chileno Samuel Pinto, quien se presentaba ante agrupaciones internacionales de militancia gay con el seudónimo clandestino Julio Montero.


La historia de Samuel es en sí misma una biografía política con tintes cinematográficos: un camino que parte de su infancia y adolescencia en un barrio popular en las afueras de Santiago de Chile, años que fueron signados por el desasosiego y la soledad marica; más tarde, en 1972, el encuentro incandescente con una frase clandestina escrita por el Frente de Liberación Homosexual en una tetera céntrica de Buenos Aires supone una conversión que abre en él un pasaje sin retorno a la intensidad de una vida militante. Perseguido por la dictadura de Pinochet tras comprometerse con la revolución socialista de Salvador Allende, acontece su desembarco –providencial, casi increíble– en Bolonia, donde en 1974 Julio Montero se vuelve el único delegado del FLH en Europa. Casi en paralelo, bajo el seudónimo Lola Puñales, se transforma en uno de los artífices principales del movimiento de homosexuales insurrectos italianos que a mediados de los años setenta salen a las calles a cara descubierta para hacerse visibles e, incluso, para cuestionar a las izquierdas heterosexuales más revolucionarias por no atender la cuestión de la opresión hacia la marica.


Luego de una larga búsqueda tras su huella, de manera fortuita y desde el lugar menos esperado, logré dar con la dirección de correo electrónico de Samuel. Comenzamos así un fluido intercambio de información que se prolongó por meses y concluyó en esta entrevista que finalmente pude realizarle en Bolonia el 13 de noviembre de 2019. Desde el arranque y entre risas, sentado en su mesa de trabajo, Samuel contó que aunque una de sus canciones favoritas es Y todos me miran de Gloria Trevi, siempre intentó transitar anónimo por la vida, fantaseando con ser invisible. Aun así, el haberse puesto a recordar en nuestros correos hechos que ahora ya le resultan demasiado lejanos, hizo que se decidiera y aceptara exponerse bajo los reflectores.


Esta determinación de asomarse por primera vez al escenario del relato público de su experiencia militante, parece un gesto inaugural que –como se verá más adelante– se repite a lo largo de su vida bajo formas que logran preservar la potencia de un relámpago. Con esta entrevista intentamos recuperar las intensas vidas de Samuel Pinto, de Julio Montero, de Lola Puñales, donde el encuentro con el FLH, cincuenta años atrás, marcó el rumbo de su extensa trayectoria personal que también es colectiva. Hoy, con el privilegio de su memoria, con el relato preciso de su historia, Samuel nos recuerda que la trama subterránea de la que emergemos está todavía por ser reescrita.


Samuel Pinto, en 1975 el patio del complejo habitacional obrero donde funcionó la representación del FLH. Fuente: Archivo personal de Samuel Pinto.

¿Cómo era la vida del niño Samuel?


Muy difícil. Nací en 1942 en una villa miseria en la periferia de la Quinta Normal, en Santiago de Chile. Mi padre, mendocino, era alcohólico y se dedicaba a estafar empresas en asuntos de publicidad hasta que terminó yendo preso por un tiempo. Yo fui creciendo con la convicción de que la mujer que me crió, Etelvina, era mi madre. Pero en una oportunidad mi padre, que ya ni siquiera podía asegurarnos una alimentación adecuada, me anunció frente a ella que no era mi madre y acto seguido, enfrente mío, la echó de la casa. Fue un momento profundamente traumático para mí. Pasado el tiempo recibí una carta desde Argentina enviada por una señora que decía ser mi madre y que me invitaba a vivir con ella y a costear mis estudios. De modo que con 16 años de edad viajé a Bariloche para conocerla. Ella trabajaba allí como empleada doméstica. Había nacido en Villarrica, al sur de Chile.



¿Ya tenías asumida tu homosexualidad en esa época?


Sabía que me gustaban los varones pero no me permitía pensar en eso. Imaginaba que era algo pasajero que me pasaba solo a mí. En Bariloche me quedé poco más de un año hasta que en 1960 decidí viajar a Bahía Blanca, que es una ciudad muy agradable, donde viví otro año más y pude comenzar a asumirme.



¿Podés contarme cómo fue ese proceso y cómo era la vida gay que encontraste al llegar a Bahía Blanca?


Sí, una vez instalado en Bahía cambió todo. Al llegar, la dueña de la pensión me alojó sabiendo que yo no tenía dinero y me dijo: “no te preocupes hijo, me pagás cuando encuentres trabajo”. Pero enseguida conseguí un empleo como lavaplatos en el Restaurante Italia. Ese mismo año pude dar los primeros pasos de mi sexualidad en los baños públicos, observando con disimulo a quienes iban a orinar. Ahí noté que algunos se quedaban más tiempo del necesario y uno de ellos, un muchacho que me vio entrar, me esperó un buen rato y fue con él con quien me inicié sexualmente. Luego me llevó a conocer la plaza Rivadavia, la principal de Bahía, donde iban a sentarse los colimbas a la salida de los cuarteles y las pocas maricas que yiraban en el lugar se les pegaban con gran alegría. Yo observaba con distancia y timidez aquella fábula erótica, y a partir de ese día comencé la búsqueda de mis compañeros sexuales. Poco más tarde abandoné Bahía Blanca para viajar a Mar del Plata, pero como allí no encontré trabajo seguí viaje hacia Buenos Aires donde viví durante doce años, desde que llegué en 1961 hasta 1973.


La plaza Rivadavia de Bahía Blanca en la década del ’60. Fuente: Archivos Desviados.

¿Cuáles fueron tus primeros pasos en Buenos Aires?


Tenía 19 años y todavía me sentía en conflicto y en soledad respecto a mi sexualidad, no tenía amigos homosexuales y también era muy difícil encontrar trabajo. Esperaba hasta pasada la medianoche a que saliera el diario para leer los clasificados e ir corriendo a los lugares que buscaban personal. Al llegar, me encontraba con cantidades de chicos haciendo fila en la vereda y así pasábamos la noche entera hasta que abriera el lugar. Empecé lavando copas en los bares y de esa manera me las fui arreglando para sobrevivir. Luego trabajé en la cadena de almacenamiento de los laboratorios Andrómaco, fui mozo en el teatro Tabarís, ayudante de panadería, cocinero, maestro de escuela, ayudante de conserjería en hoteles, cartero, cadete y, finalmente y durante diez años, tachero. Con el taxi trabajaba la noche entera y era testigo del mundo de los teatros de Buenos Aires, de los actores y las actrices. Mientras conversaba con los pasajeros yo iba enriqueciendo mis conocimientos. Y así pasaba las noches mientras recorría las calles y avenidas de esa ciudad hermosa.



¿En qué barrio de Buenos Aires viviste?


Viví en conventillos de distintos barrios porteños: Constitución, Retiro, Flores, Floresta, Barrio Norte y Villa del Parque. En ese entonces por pocos pesos te alquilaban una cama junto a otros pensionistas y te daban un poco de comida. Era duro, casi cruel, porque no te permitían llevar visitas. Más tarde, en la época que ingresé al FLH, vivía en Vicente López.



¿Cómo se produce tu entrada al Frente de Liberación Homosexual?


Fue en 1972. Yo continuaba sintiendo mucha vergüenza respecto a mi homosexualidad y no hablaba del tema con nadie. La única forma que encontraba para conocer a otros homosexuales en esa época era yendo a los baños de las estaciones de trenes, de los bares, o yirando con discreción por las noches en las avenidas del centro, como Santa Fe, donde abundaban las maricas. Una de esas noches, de manera inesperada, se produjo un hecho que marcó mi vida para siempre. Yo estaba en un bar de la avenida Callao, y al ingresar al baño me encontré con una frase pequeñita escrita en la puerta de un compartimento: “Homosexual no estás solo. El Frente de Liberación Homosexual está contigo”. La recuerdo perfecto. Era casi ilegible, y estaba mezclada entre nombres, mensajes y dibujitos porno. Sin exagerar, esto tuvo para mí la potencia de un relámpago. Y en los días que siguieron esa frase se convirtió en una obsesión. Yo no paraba de pensar en el significado que tendría y trataba de imaginar cómo sería el tipo que la escribió. No entraba en mi cabeza que existiera un frente de homosexuales organizados y pensaba en cómo podría obtener más información sin exponerme como puto. De a poco comencé a ver la misma frase repetida en otros baños y ahí pude entender que no se trataba de algo casual. Comencé a preguntarle entonces a las locas que conocía en mis yiros si habían oído hablar de un frente homosexual, pero ninguna sabía ni tampoco quería saber nada. Es que tenés que pensar que todo esto se vivía en la clandestinidad, con desconfianza y con temor. Una tarde, en la estación de Villa Pueyrredón, a fines de 1972, le hice la misma pregunta a un joven que yiraba como yo. Él sí me escuchó y sorprendido, entusiasmado, me respondió: “claro que lo conozco, si yo pertenezco a ese frente”.


En el "Día de la primavera" de 1972 y de 1973 el FLH distribuyó pequeñas cartulinas con formas de frutas, flores y hojas con inscripciones de sus consignas. Fondo Marcelo Ernesto Ferreyra. Programa de Memorias Políticas Feministas y Sexogenéricas. Colección fotográfica del CeDInCI.

No paraste hasta encontrarlos…


Yo no podía creer que alguien conociera a ese frente, que ese frente fuera real. Quedamos en contacto y a los pocos días este muchacho me llevó a una reunión en un departamento del Barrio Norte para presentarme al grupo. Yo en esa época estaba con sentimientos de inferioridad social y temía ser rechazado por humilde. Pero nada de eso pasó en el encuentro, todo lo contrario.



¿Recordás el nombre de la persona que te llevó a la reunión?


Mirá, era un joven del grupo Eros del FLH que tendría unos 22 años más o menos. Hoy, mirando con atención las fotos de Néstor Perlongher que vos me enviaste por mail, refuerzo mi impresión de que fue él, aunque no te lo puedo asegurar. Sí puedo decirte que en una carta que envié años más tarde desde Italia a los muchachos del FLH, le enviaba saludos a "la Rosa", que era el seudónimo de Perlongher.


Samuel Pinto en 1972. Fuente: Archivo personal de Samuel Pinto.


¿Qué recuerdos conservás de aquel primer encuentro?


Bueno, fue en un departamento sobre la calle Charcas. Yo estaba muy nervioso porque era mi primera reunión con un grupo homosexual organizado. Cuando entré, vi al grupo de locas sentadas en divanes y sillas en torno a una mesa baja del living, todos muchachos jovencitos del grupo Eros que se presentaron naturalmente. Uno de ellos me preguntó sobre mi situación personal y por qué me había interesado en el FLH. Yo comencé a desenvolver con timidez todo mi rollo y me puse a llorar de un modo incontenible, como si fuera un niño. Ellos se emocionaron en silencio y me contuvieron como a un amigo. Tenés que pensar que era la primera vez en mi vida que me exponía frente a un grupo para hablar estas cosas, luego de tantos años de opresión. Era hermoso estar rodeado de chicos de mi edad, e incluso más jóvenes, tan seguros de sí mismos y organizados para hacer política sexual. Fue una reunión larga, me aconsejaron sobre cómo reaccionar frente a las detenciones policiales y me pusieron al tanto de los códigos internos de la agrupación y de sus objetivos de lucha militante. Ese día marcó y cambió mi vida para siempre, pude entender que yo no era un pervertido y toda esa culpa horrible que cargaba fue desapareciendo. Los pocos encuentros que tuve con el grupo durante los siguientes meses fueron de charlas intensas y me impulsaron de manera irrefrenable hacia mi liberación personal y hacia la rebelión futura. Toda la seguridad que sentí a lo largo de los años se la debo al FLH. Fue una fuerza que más tarde definió mi destino como delegado argentino del Frente en Europa y como partícipe del armado del movimiento gay italiano.



El grupo Eros se formó en 1972, el año de tu ingreso, ¿por qué decís que fueron pocos los encuentros que tuviste con el FLH?


Mi primera etapa en el FLH duró poco tiempo porque en febrero de 1973 tuve que regresar a Chile. La derecha estaba ganando cada vez más poder en mi país y yo necesitaba imperiosamente participar de la revolución popular, sea como sea. Abandoné los estudios de psicología que había comenzado en la Universidad de Buenos Aires y con mucha tristeza partí hacia Santiago.


La Buenos Aires que dejó Samuel en 1973. Fuente: Foto Estudio Luisita. Gentileza Hache galería.

Contame sobre tu regreso a Chile.


Al llegar a Santiago me involucré en el proceso revolucionario de Unidad Popular que se estaba viviendo bajo la presidencia de Salvador Allende. Te digo que saber que existía el FLH en Argentina me daba fuerza. Mi intención era también crear en Santiago un grupo de lucha homosexual. Pero la escena política de los homosexuales allí era prácticamente inexistente.



¿Supiste de una pequeña manifestación de travestis y maricas de sectores populares que se concentraron cerca de la Plaza de Armas en Santiago en abril de 1973?


No llegué a saber de esa manifestación estando allí. De todas formas, como te decía, mi ilusión de organizar a los homosexuales en Santiago no pudo realizarse, los más visibles que encontré eran burgueses que estaban en contra del gobierno popular. Y pensé, "¿para qué voy a intentar hacer política sexual con estas mierdas?" No lograba convocar a homosexuales de los barrios populares. Existían, claro, y yo estaba dispuesto a encontrarlos para aportar mi experiencia con el FLH y así poder organizarnos. Pero la fuerte polarización que había entre las clases limitaba las actividades únicamente al ataque o a la defensa del gobierno de Unidad Popular. Y enseguida vino el golpe de estado, el 11 de septiembre del ’73, mientras el Palacio de la Moneda ardía en llamas y mi presidente socialista era asesinado. Dos meses más tarde, sintiéndome acorralado ante el terror de las hordas fascistas, sin poder combatir, seguí las palabras de Allende y con mucho dolor salvé mi pellejo y escapé del país. Es algo de lo que todavía hoy me avergüenzo, pero creeme que no tuve otra opción.



¿En qué condiciones te escapaste?


Yo estaba sumido en la desesperación más absoluta. La radio y la televisión a cada rato transmitían en cadena disposiciones militares amenazantes y se sentían disparos por todas partes, con muertos tirados en las calles. No te imaginás lo violento que era ese panorama. A mí ya me habían usurpado y quitado la casa amenazado por un fusil y nunca más pude volver ni ahí ni a mi trabajo. Un día decidí acercarme a la Vicaría de Solidaridad, de los sacerdotes del Tercer Mundo, donde ayudaban a los perseguidos políticos. Lo primero que me preguntaron fue si tenía suficientes motivos para irme de Chile justo en el momento en que más había que luchar. Les expliqué mi situación y enseguida me contaron que la única forma que había para escapar del país era saltando los muros de alguna embajada, pero que la mayoría estaban rodeadas por tanques militares. Me aclararon que me iban a ayudar pero que ellos estarían arriesgando sus vidas por mí, por lo tanto me pidieron que siguiera bien sus instrucciones: yo iría escondido con otros dos fugitivos en una furgoneta que manejaría un sacerdote. En el momento en que él se topara con una embajada sin militares cerca, detendría la marcha y abriría el baúl para que corriéramos velozmente y trepáramos el muro y así poder caer del otro lado. Si llegaba a fallar el plan, nos mataban a todos. De modo que, a la hora del crepúsculo, salimos de la Vicaría escondidos en la parte trasera de una furgoneta Citroën. Al pasar por una embajada que parecía no tener milicos cerca, el sacerdote frenó de golpe, bajó rápidamente y abrió la puerta del baúl murmurando nervioso: “¡salten allí, allí, allí!”, mientras nos señalaba un caserón. De inmediato salimos corriendo y en ese momento el sacerdote me arrojó por la cabeza mi bolsa con la poca ropa que llevaba. Al saltar el muro, del otro lado, nos encontramos en un gran jardín con varias personas en nuestra misma situación. Les pregunté desorientado dónde estaba y me respondieron: ¡estás en la embajada italiana!


A partir del golpe de estado cívico militar en Chile en 1973, y en los años sucesivos, la sede de la Embajada de Italia constituyó un refugio para más de 700 asilados políticos chilenos. Fuente: Portal Ambasciata d'Italia, Chile.

¿Cuántos días permaneciste alojado en la embajada?


Estuve cuarenta y cinco días hasta que en diciembre de 1973 Pinochet autorizó el exilio de treinta y tres personas entre las que estaba yo. No le quedaba otra que hacerlo porque estábamos refugiados en una embajada. Entonces salimos hacia el aeropuerto en un ómnibus escoltado por fuerzas policiales. Cuando llegamos, comenzaron a revisarnos los equipajes rompiéndolos con bayonetas, pero yo solo tenía mi bolsa. Y te digo que me iba sin una sola moneda eh. Finalmente pudimos subir al avión y llegar a salvo a Bolonia, donde por mucho tiempo me convertí en un refugiado, con todos los límites que imponían las leyes italianas. Como podés ver, no fui yo quien eligió la tierra de mi exilio, no podría haberlo hecho ni aunque hubiera querido. Caí en la embajada de Italia como podría haber caído en la de Turquía o en la de cualquier otro país. Y quisiera destacar que la solidaridad que los italianos manifestaron por la tragedia que estaba viviendo mi país fue realmente enorme. Por otra parte, el regreso a la Argentina no era aconsejable ni posible.



¿Por qué elegiste Bolonia?


No nos dieron la opción de elegir la ciudad de destino, fue hacia donde nos derivaron. Aunque en ese momento a mí me hubiera gustado continuar mis estudios de psicología en Leningrado o en Berlín, pero un funcionario de la Organización de las Naciones Unidas nos advirtió que los cupos para otras ciudades estaban completos y tuve que permanecer aquí. Al poco tiempo comencé mi nueva vida trabajando en la empresa de autobuses de la ciudad y con el correr de los años Bolonia fue la ciudad que elegí para continuar mi vida.



¿Continuaste con tu militancia desde el exilio?

Sí, continué... Mirá, al llegar empecé a militar en la izquierda, en el movimiento de solidaridad con Chile, y debido a la creciente actividad fascista en Italia, tuve que adoptar seudónimos, jamás usé mi verdadero nombre. También usaba palabras clave en mi correspondencia con los compañeros militantes de mi país para evitar que mi nombre llegara a la Junta Militar chilena y así poner en riesgo a mis amigos o parientes que vivían allí. No quería tampoco perder mi derecho al asilo como refugiado político en Italia que me habían otorgado al llegar. Por otra parte todavía no contaba con la ciudadanía italiana y tenía que impedir que se supiera que el prófugo chileno, el delegado del FLH en Europa y el militante del movimiento gay italiano eran la misma persona. Entonces así surgió mi seudónimo Julio Montero, que era el nombre de un amor platónico que tuve en Buenos Aires y a quién abracé por última vez cuando dejé la Argentina rumbo a Chile. Pero aquí los viejos militantes homosexuales italianos me conocen por mi otro seudónimo, Lola Puñales, que es el que usé para militar dentro de los grupos locales. Lamentablemente en Chile no conocí personalmente a la verdadera Lola, que fue una travesti asesinada en 1973 por las balas de los milicos de Pinochet. El FLH se encargó de denunciar el hecho internacionalmente y yo traduje al italiano, para distribuir acá, un poema en su memoria que publicó Somos.


Certificado del gobierno italiano emitido en 1973 en favor de Samuel Pinto donde se le otorga el estatus de refugiado político. Fuente: Archivo personal de Samuel Pinto.

¿Cómo te conectaste nuevamente con el FLH desde Bolonia?


Bueno, como te comentaba, al llegar a Italia me dediqué exclusivamente a denunciar las atrocidades que se cometían en Chile y a pedir la condena de la dictadura de Pinochet y la solidaridad internacional. Durante mis primeros meses en el país me concentré en esto, sin intención de hacer militancia homosexual. Pero fijate que un día de 1974 me enteré que estaba funcionando en Turín desde hacía tres años una agrupación homosexual llamada FUORI! [Fronte Unitario Omosessuale Rivoluzionario Italiano], que fue fundacional del movimiento en este país. Esta noticia me entusiasmó y comencé a pensar en retomar la lucha del FLH desde mi exilio. Como yo había perdido contacto con los compañeros en Argentina y la situación de ellos era de extrema clandestinidad, me resultaba imposible comunicarme con ellos sin ponerlos en riesgo. Yo les había mandado un mensaje a través de un amigo homosexual pero no sabía si les había llegado. Fue por eso que me dirigí al FUORI!, que ya había publicado en su revista un artículo sobre el FLH, y ellos entonces me pasaron los datos de la casilla postal clandestina que el Frente usaba en Buenos Aires. Con esta información pude enviarles una carta donde les contaba de manera muy discreta sobre mi deseo de ser su corresponsal en Bolonia y les dejaba mi dirección. Un tiempo más tarde recibí una carta donde me respondían que sí, que a través de un compañero argentino ya estaban al tanto de mi interés en representarlos y que al Frente también le interesaba esto. Al poco tiempo me nombraron "Delegado Permanente en Europa Occidental del Frente de Liberación Homosexual de la Argentina", un título rimbombante que sonaba en mi mente como algo sensacional.


"Nos rebelamos contra la anormalidad". El FUORI! en las calles de Turín en 1972. Fuente: Fondazione Sandro Penna/FUORI! - Turín.

¿Cuáles fueron las actividades que desarrollaste en tu rol de delegado del FLH?


Fue una militancia que llevé a cabo entre 1974 y 1976 bajo el seudónimo Julio Montero. Aunque tenía que moverme de forma sigilosa, el rol de Delegado me aportó seguridad para enfrentar a una Italia totalmente desconocida y para presentarme frente a las otras agrupaciones de lucha homosexual con orgullo. Principalmente daba a conocer en Europa la existencia de esta organización clandestina en Buenos Aires que se proponía establecer alianzas con otras agrupaciones internacionales hermanas. Durante esos dos años me dediqué a denunciar incansablemente en medios gays europeos la situación de nuestra comunidad en Argentina y me reuní con organizaciones homosexuales en Milán, Turín, Suecia, Francia, Holanda e Inglaterra. También mantuve correspondencia con el Movimiento Español de Liberación Homosexual (MELH), que a su vez estaba en contacto directo con el FLH en Buenos Aires. Mi acercamiento a las agrupaciones europeas era modesto, yo quería formarme y aprender sus estrategias de lucha para poder colaborar mejor en el fortalecimiento de nuestro frente en Argentina. También traduje al italiano una gran cantidad de denuncias del FLH sobre los atropellos gravísimos que se cometían a diario contra los homosexuales por parte del aparato policial. Estos materiales me los enviaba Héctor Anabitarte por correspondencia desde Buenos Aires. En base a estas informaciones yo elaboraba declaraciones de solidaridad internacional y preparaba discursos que luego pronunciaba en distintas ocasiones, como congresos de militancia por ejemplo. Todo lo firmaba como Julio Montero y abajo estampaba el sello de la Delegación Permanente en Europa Occidental del Frente de Liberación Homosexual de la Argentina. Participé también en una marcha en Londres y otra en Roma con carteles firmados por el FLH de Argentina. Yo tenía escasos recursos económicos y no era fácil enfrentar los costos de los viajes, la correspondencia y las llamadas telefónicas internacionales. Me gustaría que se sepa que toda mi contribución para el FLH, y más tarde para los grupos italianos, fue muy intensa y realizada con mis pocos ahorros.


Carta de Héctor Anabitarte a Samuel Pinto donde lo nombran corresponsal del FLH en Bolonia. Sello del archivo de la Delegación Permanente en Europa Occidental del Frente de Liberación Homosexual de la Argentina. Fuente: Archivos Desviados.

¿La sede de la delegación del FLH era tu departamento en Bolonia?


Exacto, la representación funcionó entre 1974 y 1976 desde mi departamento de 40 m2 en Via dello Scalo 20, en el barrio Saffi, una zona de trabajadores, obreros y desocupados en el centro de Bolonia. Esa fue la base del FLH en Europa Occidental y allí recibí en julio de 1975 a Héctor Anabitarte, que vino a Bolonia por dos meses y se hospedó en casa. Recién en 2015, luego de vivir ahí cuarenta años, me mudé con mi compañero Gino a este departamento donde vivimos ahora.



¿Dentro de las agrupaciones internacionales con las cuales el FLH se proponía articular alianzas, estaba también el FUORI!?


Sí, a los pocos meses de comenzar con mi función de delegado viajé a Turín para hablar personalmente con Angelo Pezzana, fundador del FUORI! Esta vez me presenté con mi título pomposo: “soy el Delegado en Europa Occidental del Frente de Liberación Homosexual de la Argentina y necesito hablar con ustedes”. No era lo mismo que presentarme como un desconocido cualquiera [se ríe]. Fui especialmente a solicitarles un pedido de solidaridad con los homosexuales de Argentina y lo obtuve. Pezzana me recibió muy amablemente junto a Emma Bonino y Marco Pannella, que eran las cabezas más altas del Partito Radicale italiano.


Samuel Pinto en 1974 durante una asamblea a la que fue convocado en calidad de prófugo chileno por el Sindicato Comunista en solidaridad con Chile. Fuente: Archivo personal de Samuel Pinto.

¿Por qué te recibieron junt*s? ¿Cuál era la relación entre el Partido Radical y el FUORI!?


El Partito Radicale era pequeño e intentaba aglutinar las reivindicaciones de los grupos minoritarios y marginados de la sociedad italiana, como la lucha por el aborto legal, el divorcio, la abolición de las cárceles, la clausura de los manicomios, la liberación de la marihuana, la liberación de las mujeres y también la del movimiento homosexual. Muchos de los avances que se obtuvieron en esas cuestiones fueron logrados gracias a ellos. Siguiendo con esta línea política, hacia fines de 1974, que fue más o menos cuando fui a hablar con Angelo Pezzana, el Partido integró en sus filas al FUORI! y les ofreció sus sedes en todo el país para que los homosexuales se pudieran organizar. Por lo tanto Angelo estaba en contacto permanente con la cúpula del partido, articulando alianzas y desarrollando políticas conjuntas.



En distintos números de la revista del FUORI! aparecen artículos y denuncias del FLH traducidos al italiano.


Mientras estuvo vigente la Delegación todos los documentos del FLH que se publicaban en la revista FUORI! los traducía yo en la sede y los enviaba a Turín por correo [1]. También les mandaba los ejemplares de la revista Somos del FLH y al mismo tiempo le enviaba al FLH a Buenos Aires ejemplares de FUORI! Ambas revistas reproducían noticias de una y otra agrupación.


Conexiones visuales entre el boletín Somos del FLH y la revista del FUORI! Ejemplares de estas publicaciones junto a documentos internos de ambas agrupaciones eran intercambiados entre ellas a través de Samuel Pinto. Izquierda, portada de Somos realizada por Juan Carlos Vidal (Grupo Eros). Derecha, portada de FUORI! realizada por el artista Ugo Néspolo. En este número del FUORI! se denunció a través de Julio Montero el llamado a asesinar homosexuales en Argentina realizado por la revista El Caudillo, de la derecha peronista . Fuente de ambas publicaciones: Archivos Desviados.

Más allá de estos intercambios, ¿qué otras actividades conjuntas realizaron el FLH y el FUORI!?


Bueno, aparte de estos envíos de noticias y materiales por correo yo hice algunas visitas personales a la sede de Turín. En uno de esos viajes, en 1975, Angelo Pezzana me hospedó en su casa como un amigo. No realizamos una actividad conjunta muy intensa con el FUORI! pero sí mantuvimos un contacto asiduo y me convocaron a participar en calidad de representante del FLH en congresos que realizaban. Uno de ellos, en abril de ese año, fue el Congreso de Opresión y Sexualidad, organizado en Nápoles por el Partido Radical y el FUORI! Fui el único delegado extranjero presente y leí ante el público una declaración del Frente que había recibido desde Buenos Aires especialmente para este congreso [2]. Había centenares de asistentes homosexuales, lesbianas y feministas, todos entre 18 y 25 años. Antes que yo agarrara el micrófono Angelo Pezzana advirtió al público sobre mi condición de perseguido político y pidió que no me sacaran fotografías. La noticia del evento fue publicada luego en Somos. Yo hoy te puedo decir que fue gracias al FUORI! que pude entender más en profundidad a la lucha homosexual como una cuestión revolucionaria y socialista y darme cuenta que estábamos pidiendo poco. Con el tiempo el movimiento LGBT sumó otros reclamos más profundos como el matrimonio igualitario, el derecho a heredar la pensión de tu compañero, el derecho al reconocimiento de la identidad de género como me contaste que ya existe en Argentina, e igualar los derechos que tienen los heterosexuales. Pero aquí en Italia el peso de la iglesia es tan fuerte que impidió y sigue impidiendo que algunas de estas demandas cruciales se hagan realidad.



Luego del golpe de estado de 1976 en Argentina, un puñado de miembros del FLH continuó resistiendo en la militancia clandestina a lo largo de todo ese año. Por lo que pude ver en documentos del Frente vos continuaste representando a la agrupación.


Sí, pero fue por un período corto. Mi correspondencia con ellos se redujo drásticamente pasados unos pocos meses del golpe militar. A pesar de esto apreté los dientes y continué representando en la clandestinidad durante un tiempo más a un FLH que ya prácticamente no existía. Aquí en Italia también se vivía una época difícil, pero había que hacer pública la situación de persecución homofóbica que se mantenía activa bajo la dictadura del genocida Videla, de modo que hasta mediados del ’76 continué llevando estas cuestiones a los encuentros militantes que se realizaban en Europa. De hecho, pocas semanas después del golpe en Argentina, fui invitado nuevamente para representar al FLH en el V Congreso Nacional del FUORI! en el teatro Alberico, en Roma. Meses más tarde Anabitarte se exilió en España y desde allí continuó su militancia. Él ya estaba en contacto directo por correspondencia con el FUORI! de Turín.

Cartel del FLH con la frase "No existe frontera entre homosexuales", realizado por Samuel Pinto para el V Congreso Nacional del Fuori! en el teatro Alberico en Roma. 23 al 25 de abril de 1976. Fuente: Archivos Desviados.

Contame un poco más sobre tu participación en el V Congreso del FUORI! en Roma.


Participó una cantidad enorme de jóvenes militantes. Hubo discursos de miembros del FUORI! de distintas regiones de Italia y también de altas personalidades del Partido Radical. Mas allá de estos discursos, solo hubo dos exposiciones orales de agrupaciones homosexuales del extranjero, una por parte de un fundador del Groupe de Libération Homosexuelle de Paris, y otra mía, en representación del FLH de Argentina. Antes de que ingresaran los asistentes me encargué de colgar en el teatro un gran cartel, bien visible, con la frase "No existe frontera entre homosexuales”, firmado por el FLH de Argentina. También coloqué un cartel con la cabeza del Papa Paulo VI siendo perforada por la punta del triángulo invertido con la sigla del FLH, que era el símbolo que usaba el Frente, y otro más con la traducción que te comenté de la poesía en homenaje a la memoria de Lola Puñales por su asesinato.



¿Recordás en qué consistió tu exposición frente al público?


Más o menos comencé diciendo que el FLH trabajaba en la clandestinidad y que luchaba contra el machismo y la liberación no solo de los homosexuales sino también de la mujer, y que considerábamos que toda práctica militante que colaborara a debilitar la ideología machista a nivel internacional era una victoria para la causa de todos los oprimidos. Mi principal denuncia fue sobre las atrocidades cometidas por la policía federal que, con el silencio de la prensa, perseguía sistemáticamente a homosexuales y los hacinaba en un pabellón especial de la cárcel en el barrio Devoto. También hablé del asesinato de Pasolini, que el FLH lo consideraba un crimen político. Al terminar, pedí que la lucha por el derrocamiento del sistema capitalista debía continuar y decía que nosotros rechazábamos el sectarismo y todo tipo de liderazgos, etc. y que ¡viva la lucha por la liberación de la mujer y por la liberación de los homosexuales! Bueno, el FLH fue aplaudido por los asistentes y mi discurso fue publicado luego en la revista del FUORI! Allí en el Congreso me encontré con la Mario Mieli, que escuchó mi discurso y también habló frente al público.


El encuentro entre Mario Mieli y Samuel Pinto en el V Congreso del FUORI! realizado en Roma. Abril de 1976. Foto: © Paula Agosti. Fuente: Archivo Paula Agosti.

Volvamos un poco hacia atrás. En paralelo a tu inicio como representante del FLH en Europa, también comenzaste a desarrollar una destacada militancia dentro del movimiento gay italiano, ¿cómo se origina esta experiencia y en qué consistió?

Bueno, si bien mi actividad para el FLH fue muy intensa, mi activismo tuvo más fuerza en el movimiento gay italiano, al cual le di un empuje determinante en su organización estructural. Esta militancia tiene su origen luego de mi primer contacto con el FUORI! de Turín, en 1974. Ahí sentí que debía armar algo en Bolonia. Comencé con paciencia charlando con cuanta loca se cruzaba por mi camino durante mis yiros y les contaba sobre mi experiencia en Argentina. Intentaba convencerlas sobre la importancia de juntarnos para comenzar a organizarnos en Bolonia. Pero no era fácil porque ninguna quería saber nada ni quería participar. A fines de 1974, mientras asistía a la clase final de un curso de psicología que hice en el DAMS (Discipline delle arti, della musica e dello spettacolo), me puse de pie, me presenté ante todos como homosexual, y expuse frente al profesor mi decepción porque durante el año entero en sus clases no se había referido jamás a la homosexualidad. La respuesta fue un silencio general, pero a la salida Rosario Russo, un estudiante, se acercó para felicitarme y decirme que le había interesado mucho lo que yo había planteado públicamente. Entonces le comenté lo que yo pretendía armar en Bolonia y a los pocos días me presentó a unos muchachos con quienes comenzamos a reunirnos en mi casa de Via dello Scalo, en los primeros meses de 1975. Éramos unos seis o siete que de a poco fuimos componiendo un pequeño grupo donde estaban el propio Rosario, Enzo Cecchi, Mario Uboldi, Valerio Cacciari, Paolo Galante, Daniele Sanguettoli, Tullio Pagnanelli y yo mismo.



¿Este grupo tenía un nombre?


Lo tuvo poco tiempo después, cuando decidimos organizamos como un grupo militante ya más activo. Primero, alrededor de mayo de 1975, nos llamamos Sex Pol, pero este nombre duró poco. Luego lo cambiamos por Collettivo di Liberazione Sessuale.



¿Cuáles fueron los primeros pasos de este grupo en la militancia?


Durante unas cuantas reuniones a lo largo de ese año fuimos conversando sobre cómo nos afectaban las opresiones y discriminaciones sufridas por cada uno de nosotros. Estos momentos de charla grupal eran muy productivos para la concientización. Luego empezamos a pensar en las demandas que podríamos realizar teniendo en cuenta la situación de caos político que reinaba en Italia. A todo esto, cuando ya había pasado el V Congreso de 1976 en Roma, surgió la necesidad de romper con el FUORI! Nuestro grupo quería ser parte de un movimiento autónomo sin políticos heterosexuales que decidieran nuestros lineamientos internos ni intervinieran en las actividades.


Revista del FUORI! Primavera de 1976. En este número Julio Montero [Samuel Pinto] tradujo un documento con la historia del FLH. También se incluyó una carta del Frente donde se les solicita al FUORI! que considere a Julio Montero su delegado, y donde denuncian la persecución anti-homosexual en Argentina. Fuente: Archivos Desviados.

Revista del FUORI! Otoño de 1976. Este número reprodujo los discursos completos pronunciados en el V Congreso de Roma realizado en el teatro Alberico en ese año. Fuente: Archivos Desviados.

¿Se produjo entonces una fractura con el FUORI!?


Sí. Nosotros éramos uno de los tantos grupos revolucionarios autónomos de homosexuales insurrectos que empezaban a emerger por toda Italia, células independientes de cualquier partido político que luchábamos por la autonomía real y nos revelábamos contra ciertas políticas del FUORI! y el Partido Radical, a quienes se acusaba de burocracia, de reformismo y hasta de burguesismo. Según algunos, las actitudes y consejos paternalistas del Partido Radical condicionaban las actividades del movimiento homosexual. También cuestionábamos molestos la presencia de heterosexuales del partido en las reuniones de militancia homosexual porque impedían el desarrollo de una autoconciencia libre y eficaz, necesaria para la intimidad de un adecuado coming out. Las posiciones políticas del Partido Radical entraban en contradicción con nuestros colectivos que nos definíamos como revolucionarios, anticapitalistas, antiimperialistas, internacionalistas y reivindicábamos la lucha de clases. Estábamos lógicamente posicionados en contra de los partidos de la derecha y orientados ideológicamente más hacia los de izquierda. Bueno, todas estas tensiones y disconformidades que te comento derivaron en una división dentro del movimiento entre los colectivos autónomos y el FUORI!



Dentro de ese caos político que reinaba en Italia, ¿en qué condiciones continuó la militancia el grupo que impulsaste en Bolonia?


El país enfrentaba a diario estallidos callejeros y protestas de estudiantes universitarios que cuestionaban el sistema político, las universidades, los partidos y sindicatos, y exigían cambios inmediatos en la conducción política del Estado. Surgían organizaciones autónomas y colectivos de todo tipo: feministas, radios libres, periódicos alternativos, debates públicos, pintadas callejeras, volanteadas, ocupaciones proletarias, etc. Se cuestionaban los viejos modelos de la política tradicional y se negaba la legitimidad de la “representación” política, esto es: nadie puede representarnos, ninguno representa a ninguno, cada uno que hable por sí mismo. Y basta de presidentes, de directores, de oradores y de todólogos. Los más extremistas exigían la necesidad urgente y absoluta de la autonomía obrera. El conflicto social crecía por el surgimiento de organizaciones armadas fascistas y también de izquierda que desencadenaron violentos atentados terroristas con gran cantidad de víctimas y muertos. En Bolonia, durante una manifestación el 11 de marzo de 1977, cayó asesinado por la policía el estudiante y militante de izquierda Francesco Lorusso, y esto produjo gravísimos desórdenes y barricadas en la ciudad. Nuestro grupo continuaba creciendo de a poco y ya contaba con dos años desde que nos reunimos por primera vez en mi casa. Nos reconocíamos en la complejidad del movimiento del ’77, muy fuerte aquí en Italia y en particular en Bolonia. Y es ahí, dentro de ese contexto de desobediencia popular generalizada, cuando irrumpimos e hicimos nuestro debut en la escena pública.


De izquierda a derecha: “Sor Angélica”, Rosario Russo (clave en el armado junto a Samuel Pinto de la primera batalla homosexual en Bolonia en los ’70), la Prussy, la Lola Puñales (Samuel Pinto) y un activista de la ciudad de Módena. Fuente: Archivo personal de Samuel Pinto. 

¿Se lanzaron a las calles para participar en las protestas?


¡Claro que sí! En aquel contexto de desobediencia popular generalizada salimos a la calle a cara descubierta con nuestras propias consignas de reclamo social, algunas cargadas de aspectos provocativos. Cantábamos por ejemplo; “Come mai come mai sempre in culo agli operai d'ora in poi d'ora in poi lo vogliamo solo noi” que era algo parecido a “¿Cómo es posible que siempre se culeen a los trabajadores? De ahora en más háganlo exclusivamente con nosotras”. Queríamos poner en juego, y también desafiar, los prejuicios de las izquierdas heterosexuales y del mundo católico. Y aunque esto ponía incómodos a los grupos de izquierda, era una forma de empezar a hacernos visibles con la frente alta, seguros y ya sin vergüenza. En los grupos que armé y participé el homosexual marica siempre estuvo presente. Yo siempre consideré a la marica una revolucionaria, mucho más elevada, más libre, más extraordinaria que el homosexual “correcto”, que a veces es tan gris en su forma de ser y de actuar que parece un macho heterosexual, terrible. Bueno, en esa época en que nos sumamos a las protestas callejeras ya dejamos de llamarnos Collettivo di Liberazione Sessuale y pasamos a ser el Collettivo Frocialista Bolognese, un nombre muy provocador.



¿Por qué era provocador el nombre Collettivo Frocialista Bolognese?


Porque jugaba entre las palabras “frocia” (puto) y socialista. Lo sugirió la Prussy en un ataque de risa en la cocina de mi casa alrededor de mayo de 1977. Ahí el grupo ya estaba compuesto por trabajadores, estudiantes universitarios, artistas, gente de clase media y de sectores populares, pero todos de izquierda, claro. Queríamos visibilizar la existencia de ciudadanos homosexuales en la ciudad, de modo que intervinimos activamente con volanteadas y grandes pancartas en las movilizaciones políticas relevantes que se producían en el país. Participamos en “El Convenio contra la Represión”, en septiembre del 1977, donde hicimos públicas nuestras reivindicaciones y demandas. También recuerdo la manifestación que llamamos “la macumba”, que hicimos para alejar a los espíritus malignos que destruían nuestros afiches y pintadas callejeras.


En el extremo izquierdo, "la Prussy", quien sugirió el nombre "Collettivo Frocialista" para el grupo armado por Samuel Pinto. Foto: Samuel Pinto. Fuente: Archivo personal de Samuel Pinto.

Mas allá de la presencia en protestas públicas, ¿qué otras acciones o estrategias militantes del grupo recordás?


Te diría que el gran e importante objetivo que nos propusimos, y logramos, fue la coordinación de las actividades de los colectivos autónomos que emergían en ciudades como Milán, Venecia Roma, Florencia, Nápoles, Sicilia, Potenza, etc. El separatismo producido por nuestros grupos autónomos marcó un antes y un después en la historia del movimiento homosexual en Italia y terminó restándole cierto lustre tanto al FUORI! como al Partido Radical. En 1978 realizamos en el Palacio Re Enzo, en Bolonia, un encuentro llamado "Per il coordinamento dei collettivi omosessuali" [Por la coordinación de los grupos homosexuales], al cual fueron invitados militantes de todos los grupos que surgían en el país. Para esa ocasión hice un cartel junto a las compañeras frocialistas en el que colocamos del lado izquierdo una hoz y un hinojo (“finocchio”), un símbolo que yo había pensado para esa ocasión. “Finocchio” fue en Italia desde antaño un insulto ofensivo hacia los putos. Surgió en la Edad Media cuando se tiraban hojas de hinojo al fuego para atenuar el olor desagradable que emanaban los cuerpos de los homosexuales arrojados a la hoguera. Por eso pensé que la hoz unida al hinojo era un irónico pero muy claro mensaje hacia la militancia comunista: no existe solamente la opresión hacia el trabajador, nuestra sexualidad fue oprimida desde siempre.


"Por la coordinación de los grupos homosexuales". Cartel realizado en 1978 por Samuel Pinto y compañeras frocialistas. Fuente: Archivo personal de Samuel Pinto.

Más tarde, otro gran desafío militante que encaramos fue el de solicitar públicamente la asignación de una sede municipal para las actividades del primer grupo de lucha homosexual de Bolonia. Por eso, cuando comenzamos a notar que la ironía del nombre Frocialista ya incomodaba demasiado a la izquierda y más aun a la iglesia católica –con importantísima influencia política en todas las cuestiones relacionadas a nuestras demandas– tuvimos que ser estratégicos y hacia 1979 nos cambiamos el nombre por Circolo Culturale Omosessuale 28 Giugno [Círculo Cultural Homosexual 28 de Junio]. Esto fue necesario para comenzar a obtener logros.



En otra oportunidad me hablaste de la participación del grupo en radios de la contracultura.


Sí, en aquellos años ’70 intervinimos en dos radios contraculturales, Alice y Città del Capo, conducidas por militantes marxistas, anárquicos, cani sciolti (como se llamaba a los jóvenes sin partido) y gente de las izquierdas en general. Las transmisiones eran un carnaval político-revolucionario. Pero a nosotros no nos invitó nadie, fuimos solos a pedir de buena manera un espacio propio para dar a conocer nuestra voz y las actividades que desarrollábamos. Enseguida en ambas radios nos dieron un duplicado de las llaves de los estudios y pudimos transmitir libremente lo que quisimos. En la radio Città del Capo, Beppe Ramina y su pareja Antonio Frainer crearon un programa que abordaba muy bien el tema del racismo, la opresión sexual y la homofobia. Beppe fue clave para vencer nuestra batalla homosexual en Bolonia, siempre presente en las reuniones y debates públicos, un carismático militante, muy importante. Él era dirigente de “Lotta Continua”, una agrupación de extrema izquierda que editaba un periódico del mismo nombre y, gracias a él, pudimos tener dentro de esa publicación un espacio propio, "La Pagina Frocia”, que nos facilitó la comunicación con algunos políticos importantes de la ciudad. Y en la Radio Alice conducíamos con la Prussy, con travestis, maricas y lesbianas y cuestionábamos la homofobia de los partidos revolucionarios, recitábamos poesías desacralizantes, cantábamos canciones populares sarcásticas, leíamos nuestras informaciones y dialogábamos telefónicamente con los oyentes. ¡No te podés imaginar lo que era la cabina! Cuando llegábamos se transformaba mágicamente en un plumerío muy fantasioso. Tenés que tener en cuenta que todo esto se daba en el marco de un panorama político peligroso y extremadamente represivo.


Oir aquí audio de Radio Alice con la voz de Samuel Pinto recitando su texto "Il bocchino", sobre los beneficios de un buen sexo oral.


Oir aquí audio de Radio Alice con la voz de una compañera frocialista leyendo el texto “Un nuevo fantasma recorre el mundo, el fantasma del puto”, en el cual desde una perspectiva marica hace una relectura sarcástica y alterada del Manifiesto Comunista de Marx y Engels y cuestiona la homofobia de la heteropotencia del macho revolucionario de izquierda. Sobre el final, concluye diciendo que "los putos no publican manifiestos sino que se manifiestan públicamente".


Samuel Pinto durante los preparativos para recibir a los miembros de los colectivos homosexuales de todo el país para el encuentro “Por la coordinación de los colectivos homosexuales". Año 1978. Fuente: Archivo personal de Samuel Pinto.

De los feminismos europeos centrales el italiano fue de los más importantes, ¿el Frocialista articuló alianzas o pensó políticas conjuntas con las feministas de Bolonia?


En esa época nosotros no establecíamos alianzas como se las entiende en la política tradicional, pero sí existía una fuerte simpatía de las feministas por los homosexuales y viceversa. Nosotros apoyábamos la lucha por el divorcio y el aborto legal. A veces nos encontrábamos con ellas a tomar un vaso de vino en el local “La Tregenda”, otras en la Plaza Mayor y otras en nuestras casas, donde nos poníamos al día sobre las iniciativas recíprocas en preparación. Ellas se reunían seguido en charlas grupales de autoconciencia y proclamaban que “lo personal es político”, que todo era político y que era necesario reapropiarse del cuerpo, que también era político. A nivel general colaboraron siempre con nuestras acciones, excepto cuando nos acusaban de complicidad con el poder del macho argumentando que el modelo de mujer que algunos de nosotros representábamos montadas y maquilladas era el de la mujer frívola y ridícula sometida al poder patriarcal, que ellas condenaban.


Samuel Pinto en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Bologna participando al “Convenio contra la represión”. Fuente: Archivo personal de Samuel Pinto.

Tu militancia continuó en la década del ’80 con el Cassero, que fue y sigue siendo uno de los bastiones más importantes de la cultura y la militancia gay en Italia. Contame cuál fue tu rol en su fundación.

El Cassero se fundó en 1982, pero de alguna manera empecé a pensarlo en 1974 cuando viajé a Suecia como delegado del FLH y visité un centro gay de Estocolmo. Me entusiasmé tanto al ver lo importante que era contar con un lugar propio que, ya iniciado el año 1980, comencé a trabajar en el proyecto de solicitarle a la Junta Municipal de Bolonia una sede para que pudiéramos desarrollar nuestras actividades culturales y militantes. Esto era algo que yo consideraba fundamental porque de lo contrario, sin guita ni espacio propio, íbamos a tener que reunirnos en la calle. Mis compañeros frocialistas me decían “pero Lola vos estás loca, no nos van a dar nada, perdés el tiempo”. Yo en cambio pensaba que sí lo íbamos a conseguir, y que cuando los diarios se hicieran eco de nuestro pedido nos iba a jugar a favor. Bueno, en el marco de la jornada nacional del orgullo homosexual de 1980 en Bolonia, que fue un evento increíble, multitudinario, logramos reunirnos con el alcalde de la ciudad, el comunista Renato Zangheri, y le pedimos públicamente un local para nuestras actividades. El pedido finalmente prosperó en 1982 y entre las opciones que nos ofrecieron había un lugar icónico, muy bonito, la Porta Saragozza del Ayuntamiento de Bolonia, que era nada más y nada menos que una de las puertas de entrada a la ciudad del medioevo, construida entre los siglos XIII y XIV, con sus torres a los costados donde se apostaban los guardias que vigilaban para impedir que avanzara el enemigo. Este logro fue uno de los momentos más significativos de toda mi actividad militante. Quiero recalcarlo. Es como si a las locas de Buenos Aires les hubieran otorgado como sede el Obelisco [se ríe].


El primer "Día del Orgullo Homosexual" realizado a nivel nacional en Italia. Bolonia, 27 al 29 de junio de 1980. Fuente: Archivo personal de Samuel Pinto.

Día del Orgullo Homosexual, Bolonia, junio de 1980. Fuente: Archivo personal de Samuel Pinto.

¿Cómo reaccionó la gente de Bolonia al enterarse que le estaban cediendo un lugar emblemático de la ciudad a un grupo de maricas, travestis y lesbianas?

Hubo una fuerte reacción de la derecha que se sintió a través de sus radios y diarios con grandes titulares paranoicos y ataques agresivos al alcalde de la ciudad. Iniciaron una campaña para denigrarnos yendo puerta por puerta para juntar firmas contra los degenerados, alertando que íbamos a pervertir a los niños y a ejercer la prostitución en sus calles. Juntaron 1.200 firmas para boicotear la asignación del edificio. Nosotros indignados convocamos a simpatizantes y amigos a una reunión donde hicimos pública esta discriminación absurda y lanzamos otra campaña en apoyo a la decisión municipal. Durante 30 días me lancé a las calles del centro de Bolonia con un megáfono en la mano. Me apoyaron mis compañeros y muchas compañeras travestis que, cargadas de sillas, mesitas, cientos de hojas y lápices, colaboraron a conseguir todas las firmas posibles. Llegamos a juntar unas 10.000 contra las 1.200 firmas de la derecha católica y así logramos quedarnos con el lugar. Esto produjo la ira del papa Juan Pablo II, así como lo oís, que enseguida dio órdenes para que se alterara el recorrido de la histórica procesión de la Madonna di San Luca, la virgen patrona de la ciudad, que pasaba una vez al año frente a lo que ahora sería nuestra sede. Entraron en pánico con la idea de que un grupo de maricas pervertidas tuviera su base en ese camino sagrado. Ellos no iban a pasar con la virgen frente al sacrilegio. ¡Una organización homosexual pequeñísima había logrado movilizar a su santidad!



Es decir que la semilla del FLH, que más tarde te impulsó a formar el Frocialista y el Cassero, logró poner en estado de ira al propio Juan Pablo II.


¡Así es! Pero la iglesia nunca abandona su homofobia y nuestra comunidad hasta hoy sigue luchando. Resistimos muchos años, demasiados, y perdimos cantidades de amigos. Nadie nos va a pagar tanta humillación y sufrimiento. El integrismo heterosexual también fue devastador. No tienen perdón ni ellos ni la iglesia, que es de las principales responsables de todo lo que padecimos. Aun así, en nuestra flamante sede, con la presidencia de Antonio Frainer, fundamos el Cassero en 1982, que fue la primera asignación de un espacio público gay oficial en Italia, abierto a todos, sin exclusiones.


Durante 30 días Samuel Pinto salió a las calles de Bolonia en el marco de una campaña que realizó para contrarrestar la ofensiva de la derecha católica en contra de la asignación de una sede para el movimiento homosexual local. Fuente: Archivo personal de Samuel Pinto.

¿Cuándo te retiraste del Cassero?


El día que nos entregaron las llaves del local en 1982 se creó una gran expectativa en la ciudad, Bolonia ya nos reconocía como sus ciudadanos. Entre el 26 y 28 de junio de ese año se festejó en las calles el orgullo gay bajo el nombre Fiesta Nacional de los Homosexuales, donde organizamos una gran celebración por el otorgamiento de la sede. Asistieron una cantidad enorme de locas, travestis y lesbianas y llegaron representantes de los colectivos de todo el país. No te podés imaginar lo que fue eso. Estallamos en cantos, bailes y rondas. Fue un trabajo de organización gigante que realizamos con nuestras escobas, ollas, martillos, banderas, estandartes, pegamentos, papel picado, pelucas, maquillajes, vestidos y tacos. Hubo performances, debates, y hasta distribución de caramelos para los niños para ridiculizar la paranoia pacata. Hicimos una procesión desde Piazza Maggiore hasta la sede del Cassero frente a periodistas, fotógrafos y gente en general. Bueno, y acá vuelvo a tu pregunta. Ese día, cuando ya era tarde en la noche y las calles empezaron a vaciarse, mientras volvía a casa, inesperadamente me invadió la nostalgia y de repente me sentí solo, lejos del pueblo chileno y de la Argentina. A pesar de este gran logro tuve una fuerte sensación de soledad, caí en la cuenta de que el Frente había dejado de existir y que ahora era solo un recuerdo, ya no seguía en contacto con los muchachos, los milicos asesinos seguían sembrando el terror en las calles de Argentina, el pueblo chileno continuaba siendo víctima del genocida Pinochet, que había sumido al país en una crisis económica devastadora. Tal vez todo esto hizo que de repente sintiera que los tanos, que habían festejado como locos todo el día, me resultaran extraños en el sentido de que hablaban otra lengua, tenían otras costumbres, otra cultura. Me sentí lejano y me di cuenta que mi presencia era tal vez folklórica y por eso decidí dejar el espacio a los demás. Como Alfonsina Storni, arrullada por el canto de las caracolas marinas, abandoné la escena vestida de mar [sonríe].



El Cassero que imaginaste siendo delegado del FLH en 1974 hoy sigue muy activo.


Más vivo que nunca. Está manejado por un grupo de jóvenes enérgico que realizan una gran labor militante. La sede ya no está en Porta Saragozza porque en marzo de 2002 se trasladó a la actual, en Via Don Minzoni 18, en el corazón de la ciudad. Funciona dentro de un hermoso espacio cultural, la Manifattura delle Arti, donde se encuentran la Filmoteca de Bolonia, los Departamentos de Música y Espectáculos y de Comunicación y el Museo de Arte Moderno de Bolonia. El Cassero hoy se encuentra entre los centros militantes más activos de Italia y tiene un imponente archivo con la historia gay italiana. A nivel político se destacó también por la labor incesante de Franco Grillini, uno de los máximos referentes del movimiento homosexual en Italia, varias veces diputado, que al unir el Cassero a la Asociación Recreativa Cultural Italiana llamada ARCI GAY, fundada en el 1980 por el ex sacerdote Marco Bisceglia, aumentó en el panorama político la fuerza y el prestigio del Centro. Franco es hoy presidente honorario del Arcigay Nacional, que es una Asociación que coordina más de 100 clubes en toda Italia y tiene su sede dentro del Cassero.


Samuel Pinto encabeza la manifestación por la Fiesta Nacional de los Homosexuales. Lo acompañan algunos de los primeros integrantes del Collettivo Frocialista. L*s primer*s cinco de izquierda a derecha: la Prussy, la Rinalda, Gabriele Lenzi, la Luciana y la Gradizca. Bolonia, 28 de junio de 1982. Foto: Ugo Bonesi. Fuente: Centro di Documentazione "Flavia Madaschi" - Cassero LGBTI+ Center, Bolonia.

¿Cómo es tu vida actualmente en Bolonia?


Bueno, soy un jubilado que en 2015 se mudó de la histórica sede en Europa de nuestro FLH a este nuevo departamento. El 7 de octubre del 2016 me uní civilmente en el Palacio Municipal de Bolonia con Gino, que tiene 15 años menos que yo. Aquel día los dos discutimos ardientemente por la música que pondríamos para la celebración. Gino pedía “Gloria” y yo “La Internacional”, de lo contrario no me casaba. Al final gané yo. Nos conocimos en 1987 y desde entonces llevamos más de 30 años de convivencia simpática y serena.


¿Cuáles son los recuerdos más importantes que guardás de tus años en Argentina y de tu militancia italiana?


Las grandes alegrías y emociones que he vivido con mi activismo homosexual en Italia no alcanzan para recompensar la discriminación que sufrí en mi trabajo ni tampoco para curar las heridas que me causaron las tensiones internas que hubo dentro del movimiento gay local sobre la cuestión de la legitimidad del uso del cuerpo como “mercancía”. Pero cuando miro hacia atrás, en una distancia de más de 40 años, y veo al refugiado chileno y al delegado argentino del FLH unidos en una sola persona me siento orgulloso, qué querés que te diga... También, pese a mi deseo de ser invisible, me pone muy contento cuando algunos me reconocen en las calles de Bolonia y me consideran “la Lola, padre fundador del Cassero (madre diría yo). Y qué mas... cada tanto miro videos en Internet sobre Argentina. Es difícil, para quien no lo vivió, comprender la emoción que te agarra en el pecho cuando ves la Buenos Aires de hoy después de haber vivido allí en los pesados años ’70. Me emocioné mucho hace poco cuando vi un video de una de las primeras marchas del orgullo en Buenos Aires, donde un pequeño grupo mientras marchaba por la Avenida de Mayo repetía la frase "respeto, respeto, respeto que caminan, los gays y las lesbianas por las calles de Argentina". Y bueno... ahora ya soy un tipo sin mate, sin empanadas, sin tangos, sin los innumerables cafés porteños, sin los baños de los bares y las estaciones de trenes donde conocí el placer del sexo y donde descubrí esa frasecita “Homosexual no estás solo”, que como te conté, marcó mi vida para siempre.



Samuel Pinto en su departamento de Bolonia el día de la entrevista. Noviembre de 2019. Foto: Juan Queiroz - Archivos Desviados.


*Juan Queiroz es archivista, investigador y activista lgbt. Su investigación gira en torno a la historia del movimiento homosexual de los años ’70 y ’80 con el foco de atención puesto en el Frente de Liberación Homosexual de Argentina. Es cofundador de Moléculas Malucas junto a Mabel Bellucci y lleva adelante el proyecto independiente Archivos Desviados. Fue cofundador a fines de 2015 del Programa de Memorias Políticas Feministas y Sexogenéricas del Cedinci/Unsam, donde gestionó donaciones de militantes homosexuales y feministas. En 2017 gestionó la donación del Fondo Miguel Ángel Lens al Archivo IIAC, de la Universidad Nacional de Tres de Febrero.



Notas al pie


[1] En la revista FUORI! año 2, nº 11, de invierno de 1973, antes de que se formara la Delegación en Bolonia, se publicó una carta firmada por Ricardo P., que había establecido comunicación con la agrupación italiana un año antes. En su misiva, Ricardo enviaba la entrevista realizada a miembros del Grupo Eros del FLH en la revista Así, de julio de 1973.

[2] Estaba presente también el argentino Rubén Mettini, que había sido miembro del Grupo Eros del FLH. Mettini no participó en el Congreso en calidad de representante del Frente de Liberación Homosexual sino como uno de los artífices del armando de la representación del FUORI! en Nápoles.



Agradecimientos


A Samuel por la paciencia, la confianza y su linda amistad. A Gino, que nos acompañó en todo momento y me llevó a conocer personalmente los distintos lugares en Bolonia que mencionó Samuel en la entrevista.

A Franco Grillini, Beppe Ramina, Angelo Pezzana y Maurizio Cagliuso. A la Fondazione Sandro Penna, de Torino. Al Centro di Documentazione "Flavia Madaschi" - Cassero LGBTI+ Center, Bolonia. A Paola Agosti, Javier Cuevas del Barrio, Christopher Scarcelli, Amanda García Martín, Pabli Balcazar, Lisandro Relva y Julieta Blázquez. A Silvina Pirraglia de Hache galería, a Sol Miraglia de Foto Estudio Luisita. Y a la colectiva editora de Moléculas Malucas: especialmente a Mabel Bellucci, Jorge Giacosa y Marcelo Ernesto Ferreyra.




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Cómo citar este trabajo


Queiroz, Juan. "Homosexual no estás solo". Entrevista a Samuel Pinto, delegado en Europa del Frente de Liberación Homosexual de Argentina

Moléculas Malucas, marzo de 2022

https://www.moleculasmalucas.com/post/homosexual-no-estas-solo


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