En conmemoración esta semana del cincuenta aniversario de la fundación del Frente de Liberación Homosexual de la Argentina (FLH), Moléculas Malucas publica esta crónica inédita sobre el momento fundacional de la historia de las militancias de las minorías sexuales en Argentina. A lo largo del artículo se incluyen testimonios orales inéditos acompañados de fuentes de archivo nunca antes publicadas, que nos permiten reconstruir el entramado de relaciones a través del cual se encontraron y comenzaron a colaborar homosexuales con experiencia en la militancia sindical, maricas residentes en la zona sur del conurbano bonaerense e intelectuales asiduos a los círculos literarios de la élite porteña.
Por Javier Fernández Galeano* y Juan Queiroz**
“Homosexuales de Buenos Aires”
Los orígenes del Frente de Liberación Homosexual (FLH) tuvieron su punto de partida en las actividades de un pequeño grupo de homosexuales que en 1967 comenzó a reunirse de forma clandestina en el partido de Lomas de Zamora. Este grupo, que se presentaba como “homosexuales de Buenos Aires”, nació de la confluencia entre militantes sindicales de izquierda y de maricas que se reconocían mutuamente y compartían vivencias en sus lugares de trabajo y en barrios de la zona sur del conurbano bonaerense. Sus fundadores fueron Héctor Anabitarte y el tucumano Luis Troitiño. Ambos se conocieron a finales de los años cincuenta mientras trabajaban en el correo, siendo Anabitarte además delegado sindical por una lista de izquierda. En una entrevista reciente, Troitiño recuerda que en esa época “el correo estaba infectado de maricas, muchas eran muy provocadoras y escandalosas, no se escondían para nada […]En el sindicato todos los delegados sabían que yo era homosexual. Era un ámbito muy machista. Pero yo era marica cuando quería” [1]. Este testimonio no solo da cuenta de la valentía de algunas maricas para mostrarse tal cual eran en tiempos de persecución anti-homosexual, sino también de las decisiones estratégicas que tomaban acerca de cómo y cuándo hacerlo para propiciar el reconocimiento mutuo o el levante.
Cuando años más tarde, en 1964, Anabitarte le confesó a Troitiño que él también era homosexual, ambos comenzaron a frecuentarse y a conocer a sus respectivos amigos, estrechando así su vínculo de amistad. A fines de 1966, Anabitarte decidió enviar una carta a la dirección de la Federación Juvenil Comunista (FJC), de la cual era afiliado, en la que planteaba una reflexión abierta acerca de la homosexualidad. Como respuesta, se le sugirió que visitase a un psiquiatra comunista, quien le dijo cordialmente que “la URSS era psicoterapéutica en sí misma”, y al poco tiempo lo envió al hospital psiquiátrico José Tiburcio Borda, donde permaneció internado durante un mes. Poco antes del 50 aniversario de la Revolución Bolchevique, en octubre de 1967, Anabitarte decidió viajar a Moscú. Una vez allí, acompañado por una traductora komsomol, se entrevistó con la dirección del sindicato soviético y con un científico comunista, para quienes “el problema de la homosexualidad en Occidente” era fruto de la “decadencia burguesa” y le comentaron que en Rusia, cuando un homosexual los consultaba por ese motivo, le aconsejaban que se casara con una mujer [2].
Al regresar a la Argentina, desencantado con su experiencia en Moscú, Anabitarte visitó a Troitiño y le sugirió poner en marcha una agrupación para reivindicar los derechos de los homosexuales. “Fue en noviembre de 1967 en un conventillo en Lomas de Zamora, en la cocina de un compañero tucumano empleado de Correos” recordará más tarde Anabitarte sobre el lugar de surgimiento del grupo [3]. Efectivamente, desde sus comienzos, las reuniones de los “homosexuales de Buenos Aires” se llevaron a cabo en una gran habitación que alquilaba Troitiño en un inquilinato (demolido en 1981), propiedad de un matrimonio italiano apellidado Melito, ubicado en la calle Garibaldi 252 del partido de Lomas de Zamora. La habitación contaba con una ventana a la calle, un baño, y una cocina. Fue allí donde el grupo comenzó a editar de forma secreta y casera un boletín de unas pocas carillas al que llamó Nuestro Mundo.
Aunque el propio FLH más tarde situará el año de inicio de actividades de “homosexuales de Buenos Aires” en 1969, el único número de su periódico Homosexuales daba cuenta de que en 1973 el Frente y sus antecesores inmediatos se hallaban en su sexto año de existencia continuada. Esta información, sumada a la que aparecía en las portadas de Nuestro Mundo, y los testimonios de Troitiño y Anabitarte, proporcionan datos claves que confirman que fue 1967 el año de surgimiento del primer grupo militante homosexual de habla hispana [4]. Así describe Troitiño ese momento:
Enseguida que Anabitarte vuelve de Rusia, en 1967, me sugiere armar una agrupación, algo que jamás se me hubiera ocurrido. Yo nunca renuncié a ser homosexual porque necesitaba vivir plenamente, pero no lo hacía desde una postura política. En cambio, Héctor insistía en que teníamos que empezar a organizarnos, a armar algo para reivindicar nuestros derechos […] En Gerli y en las zonas cercanas había maricas al por mayor, y ese año armamos un pequeño grupo con cinco o seis conocidos, todos trabajadores, que no éramos compinches entre nosotros. Había una mezcla de posturas políticas, no había una sola línea, pero nos unía la lucha por nuestra libertad. Nuestro grupo no tenía nombre, éramos simplemente “homosexuales de Buenos Aires”, y Héctor era el alma mater […] Él era el motor, organizaba todo con una disciplina propia de la militancia comunista, era un hombre de papeles [5].
Es decir, la experiencia organizativa de Anabitarte en las estructuras militantes de la Federación Juvenil Comunista contribuyó a dar forma política a la cultura y a las redes de las maricas de la zona sur, a los “homosexuales de Buenos Aires” editores de Nuestro Mundo, en su mayoría originarios de Tucumán, Santiago del Estero y La Rioja. Uno de ellos, Juan Carlos Agüero, amigo de Troitiño, fue quien introdujo al grupo a Juan José Hernández, de quien era amigo desde la infancia en Tucumán. Hernández estaba ligado a intelectuales, periodistas y escritores, y devendría una figura clave en la formación del FLH. En la casa de Agüero –un garaje alquilado a unas doce cuadras de la estación ferroviaria de Gerli que ambientó con cortinados y muebles de época– se celebraron algunas de las reuniones del grupo. Entre los otros miembros estaban: Daniel “la negra” Ibáñez, tucumano, jefe de correos de Gerli que acogió fiestas del grupo en su casa de la zona; Raúl R., el integrante de más edad, santiagueño, que vivía también en el inquilinato de la calle Garibaldi con su esposa e hij*s y participaba secretamente de las reuniones; Pedro M., estudiante de arquitectura riojano que vivía en Lomas de Zamora y escribía para el boletín; Gregorio G. que vivía en lo de una marica conocida del grupo; y Jorge Pitana, de Avellaneda, empleado de la municipalidad de Buenos Aires que, según Troitiño, era una “especie de gran madre” a cargo de la comida y de dictar normas de conducta, incluyendo el uso del carrilche. Como afirma Marlene Wayar, el carrilche era “la jerga marica que nace por el año 1944 como necesidad de comunicación intracomunitaria. Un lenguaje inspirado por el lunfardo que las maricas manejaban en aquel Buenos Aires por su relación con los chongos de barrios populares y de ambiente carcelario” [6].
Tanto las menciones a las fiestas y el aprendizaje del carrilche, como el hecho de que todos los miembros se integrasen a través de relaciones de amistad, apuntan a que la formación de este grupo militante fue inseparable de la cultura propia de las maricas del conurbano. Al mismo tiempo, en una entrevista publicada una vez formado el FLH, miembros de la agrupación revelaron las tensiones en torno al papel que la fiesta y el “escándalo” marica debían jugar en las estrategias militantes homosexuales: “En la primera reunión [de los editores de Nuestro Mundo], uno de los invitados pensó que se trataba de una fiesta, e intentó deslumbrar a los participantes contando aventuras personales asombrosas.” En cambio, otro compañero se opuso terminantemente a que el boletín fuera enviado a los medios de difusión porque temía el escándalo” [7]. Entre estas dos posiciones, la de los reacios a la exposición marica y la de los amantes de la fiesta, el grupo siguió avanzando en sus actividades.
La publicación Nuestro Mundo no mencionaba los nombres de sus autores e incluía un editorial y reproducciones de informaciones relevantes sobre homosexualidad publicadas en la prensa. Luis Troitiño era el encargado de transcribir los textos a máquina para luego imprimir cerca de un centenar de ejemplares en un mimeógrafo, que era retirado secretamente los sábados de la sucursal del correo de Lomas de Zamora. En la precisa memoria de Troitiño, el grupo se reunía como mínimo una vez por semana para perfilar sus demandas y los contenidos de la publicación. Su principal reclamo se centraba en la derogación de los edictos policiales que permitían el arresto de “amorales” que eran privad*s de su libertad en el penal de Villa Devoto. Al no contar con materiales publicados desde la propia perspectiva de la militancia homosexual, el grupo carecía de un marco teórico consolidado para dar cuenta de sus propias acciones y demandas. Tal y como afirmaba más tarde un documento interno del FLH titulado Breve boceto sobre la historia del Movimiento: “El grupo empezaba de cero, sin vinculaciones, y con muy pocos elementos ideológicos. Conocía una bibliografía pobre” [8]. O como afirmaron en una entrevista para la revista Así: “Las perspectivas eran vagas. El grupo no lograba un trabajo coherente y continuado. Se sentía y estaba aislado, limitado” [9]. Troitiño rememora que "el boletín se repartía de marica en marica, yo lo hacía en el correo, que era donde estaba el gran nido”.
Por su parte, Anabitarte se encargaba de la distribución de Nuestro Mundo en los medios de prensa mayoritarios. Como resultado de su labor paciente y arriesgada, pudieron aparecer en revistas nacionales de alta tirada los primeros artículos sobre los homosexuales organizados de Buenos Aires. Se apeló a los sectores del periodismo que se identificaban como progresistas, poniendo de relieve las tensiones y discrepancias entre las voces de los propios homosexuales y las de especialistas y periodistas que oscilaban entre el paternalismo, la compasión y la homofobia expresa. De esta forma, en febrero de 1971, el grupo salió a la luz por primera vez en un medio público con una breve nota en la revista Siete Días, que celebraba “la publicación underground” del boletín Nuestro Mundo como una contribución necesaria para evitar “agresiones inútiles” y “crueldades superfluas” y avanzar en la comprensión de los “problemas humanos” [10]. Quedaba claro, a través de esta nota, que el principal objetivo del boletín era sintetizar material publicado por otros medios y circularlo entre aquellos sectores que pudieran tener más impacto en el tratamiento de las minorías sexuales (“médicos, publicaciones, sacerdotes, instituciones, etc”). Al mes siguiente, el 23 marzo de 1971, la revista Panorama también dio cuenta de haber recibido el cuarto número del boletín. Bajo el título "Nuestro Mundo es clandestino", la nota hacia referencia al aumento en la circulación de pornografía en Estados Unidos y Europa, contrastando este fenómeno con la clandestinidad del boletín de los "homosexuales de Buenos Aires". El redactor recalcaba el tono moderado de Nuestro Mundo, que glosaba en tono solemne las informaciones recientes sobre la homosexualidad y concluía con una cita de San Agustín.
También en marzo de 1971, la revista Confirmado publicó un extenso artículo de investigación en el que publicaba la portada del boletín e incluía entrevistas a varios homosexuales que se reunían en lugares de levante, así como a los autodenominados “expertos” en problemáticas sexuales (psiquiatras, sexólogos y sacerdotes). El resultado fue una fuente de alto valor histórico que oscilaba entre las voces en primera persona de cuatro homosexuales anónimos y los juicios de valor en tercera persona de “expertos” que aparecían citados con sus nombres y apellidos, y que perpetuaban la visión del homoerotismo como un “problema” o anomalía con distintas tipologías. Los entrevistados homosexuales hablaban de la aceptación de su propio erotismo; del goce y la diversión del levante (sin obviar sus peligros); de las normas y rituales para seducir a chongos y locas; de la sutileza del juego de ajedrez que conducía al encuentro sexual; de la soledad y el amor; de pasiones violentas y fugaces; de la injusta marginación impuesta por la persecución policial; de la misoginia; de los tratamientos de cambio de sexo; y de las dimensiones políticas de la vida homosexual. Este artículo ponía de manifiesto la formación de una suerte de ámbito de opinión en los propios circuitos de levante; donde los goces, rituales y luchas cotidianas compartidas se traducían en un planteamiento crítico acerca de las condiciones estructurales que constreñían la propia vida. En esta línea, para 1971, pese a la patologización mediática y a la represión en pleno contexto dictatorial, cada vez más homosexuales se arriesgaban a organizarse de forma propia.
Agosto de 1971. Nace el Frente de Liberación Homosexual de la Argentina
Los mencionados artículos acerca del boletín Nuestro Mundo jugaron un papel determinante en la formación del FLH. Según relatarían más adelante los mismos miembros del frente, esa difusión mediática fue lo que permitió que los grupos de homosexuales fundadores de la agrupación se conocieran. El frente surgió entonces de la fusión de dos grupos: por un lado, el de los editores de Nuestro Mundo y, por el otro, el de unos pocos intelectuales que se venían reuniendo informalmente en el domicilio porteño del escritor y abogado Blas Matamoro, que supo de la existencia del primero a través de las nombradas publicaciones de la prensa. Así, en la primera semana de agosto de 1971, en un pequeño departamento decorado en estilo bohemio, con cuadros, libros y un gran piano, ubicado en un quinto piso de la calle La Rioja 169, en el barrio del Once, se produjo la reunión fundacional del Frente de Liberación Homosexual de la Argentina. Matamoro, dueño de casa, hace memoria sobre ese histórico día:
El Frente de Liberación Homosexual se formó a principios de agosto de 1971 en mi casa, un departamento de un solo ambiente. Éramos no más de quince o veinte personas, más no cabíamos. Juan José Hernández, amigo nuestro, fue quien nos presentó ese día a Héctor Anabitarte, quien nos contó lo que venían haciendo con su grupo en Lomas de Zamora. Él traía la experiencia de su militancia comunista, te diría que era el único de toda esa reunión que era un verdadero militante. El resto no militaba en nada. Ese día se decide fundar el Frente de Liberación Homosexual que, al no tener un local propio se constituiría por células autónomas. Nuestro grupo, que ya se venía reuniendo solo para compartir lecturas y charlas sobre homosexualidad pero sin intención militante, pasó a llamarse “Grupo Profesionales”. Como símbolo, el FLH eligió el triángulo rosado invertido, que era el que se le colocaba a los homosexuales en los campos de concentración del nazismo [11].
Mientras que Anabitarte asistía como representante de su grupo a los encuentros del flamante frente en el centro de Buenos Aires, el resto de sus compañeros continuaba reuniéndose en Lomas de Zamora. Según Troitiño, es con la fundación del FLH que su grupo tomó el nombre del boletín y comenzó a denominarse Nuestro Mundo.
Consultado sobre el origen del FLH, otro de sus fundadores, Juan José Sebreli, responde que fue él quien tuvo la idea de armar la agrupación después de que Rubén Massera, un amigo suyo argentino, le relatara su experiencia al regresar de vivir en Nueva York y de haber sido testigo de la revuelta de Stonewall y las actividades del Gay Liberation Front. Según Sebreli, esto le entusiasmó tanto que le propuso a su amigo Matamoro organizar una primera reunión. Sebreli recuerda que hubo un acuerdo inmediato en denominar a la agrupación "Frente de Liberación Homosexual", como una traducción del Gay Liberation Front. En su memoria, entre los asistentes a aquella primera “reunión informal” estaban, entre otros, el propio Massera, Pepe Bianco, Manuel Puig y Teddy Paz [12]. Este último es quien nos ofrece uno de los testimonios más precisos sobre la reunión de aquél día y las que siguieron. Paz trabajaba en la época en el Centro Editor de América Latina, que a su vez publicó obras de Matamoro y Hernández (incluyendo la novela de Hernández La ciudad de los sueños, de ese mismo año). En palabras de Paz:
El departamento de Blas era chico. Ese día varios nos sentamos en el piso, seríamos unas veinte personas, prácticamente no cabíamos. Recuerdo a Juan José Hernández, que estaba muy conectado con el trotskismo y con gente del Partido Obrero y se tomaba muy en serio el tema de la liberación homosexual, aunque no se jugó como lo hizo más tarde Perlongher y su grupo militando en las calles; Adelaida Gigli; Pepe Bianco, que fue amante de Juan José Hernández y era de una clase media alta muy refinada y culta, conectado con todo Buenos Aires y secretario de redacción de Sur; Juan José Sebreli; Manuel Puig; Anabitarte y otros más. En esa reunión se planteó que el peor enemigo del homosexual eran los mismos homosexuales, los caricaturescos. Es que en esa época nadie tomaba en serio a la marica [13].
Como puede verse, ya desde la primera reunión, con la asistencia de personas con trayectorias sociales diversas que iban desde los círculos literarios de la élite porteña a la militancia obrera y sindical del conurbano bonaerense, la marica devenía centro de todos los debates, como figura en la que convergían los imaginarios, deseos y temores de una militancia homosexual siempre dividida por la cuestión del escándalo. Estas tensiones se acentuaron con la presencia de otro grupo, denominado "Intelectuales", integrado entonces por Sergio Pérez Álvarez y su amigo y compañero de facultad Néstor Perlongher, partidarios del enfrentamiento con los marcos institucionales establecidos. Según recuerda Pérez Álvarez, simultáneamente a las reuniones que se desarrollaban en lo de Matamoro, él se reunía con otro pequeño grupo de homosexuales estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras en el departamento de Perlongher (ubicado en la calle Bosch 56, frente a la estación Avellaneda). Allí, el grupo discutía apasionadamente el armado del nuevo Frente de Liberación Homosexual con posturas más revolucionarias que las que se planteaban en las reuniones del departamento de la calle La Rioja. Con su testimonio, Pérez Álvarez desmiente que, como suele decirse, el ingreso de Perlongher al FLH se produjese recién en marzo de 1972 con la formación del Grupo Eros. Su grupo, Intelectuales, fue el germen de Eros, que devendría a los pocos meses el núcleo dominante del frente [14].
En contraposición con lo que relata Sebreli sobre el origen del nombre de la agrupación, Pérez Álvarez recuerda que el Grupo Intelectuales lo fundó él junto a Néstor Perlongher en un bar aledaño a la Facultad de Filosofía y Letras, donde Perlongher estudiaba Sociología y Pérez Álvarez, ya egresado de Ciencias de la Educación, cursaba Psicología. En sus palabras:
En una reunión en el departamento de Néstor en Avellaneda, nos llevó horas acordar el nombre. Primero se analizó “Confederación”, pero fue rechazado por ser demasiado "americanizado" y luego “Agrupación”, rechazado por connotaciones más deportivas. Cuando surgió Frente (posiblemente por parte de Eduardo Todesca) fue aceptado por todos. Atendiendo a los objetivos que se perseguían, todavía tácitos, yo propuse agregarle "de Liberación Homosexual". El Frente fue siempre como un archipiélago y, todas sus islas (grupos integrantes), lo aceptaron sin reparos. Como la propuesta del nombre fue tratada en todos los grupos, es posible que haya una confusión sobre el verdadero surgimiento del mismo [15].
Una vez consolidada la agrupación, militantes del FLH contaron en una larga y detallada entrevista para Así que “En noviembre de 1971 se incorpora al Frente otro grupo. […]Varios de ellos fueron o son militantes de partidos de izquierda. Este tercer grupo refuerza considerablemente el movimiento” [16]. Se referían al Grupo Intelectuales, de Pérez Álvarez, que si bien participó desde un principio, su demora en la incorporación formal al frente se debió a las fuertes desavenencias surgidas en las reuniones iniciales. Paz aporta un recuerdo sobre el protagonismo que adquirió en ellas uno de los concurrentes:
Había un muchacho muy revoltoso y exaltado, no sé si en la primera o segunda reunión, que a mi me incomodó, porque si íbamos a fundar un frente en un contexto político que tenía en el poder a un gobierno militar, la exaltación no era muy conveniente, teníamos que tener la cabeza calma, clara. Hubo discusiones con este muchacho cuyo nombre no recuerdo, que había generado un clima tenso. Estaba acompañado por otro [posiblemente Perlongher]. El clima en esa reunión y en las que siguieron fue de discusión y de tensión, generalmente provocada por ese muchacho que se pronunciaba enérgicamente contra todas las instituciones, quería batallarlas. Era un tipo muy buen mozo, alto y rubio. Pero estaba a contrapelo de todo, muy vehemente, chocaba con todos [17].
Probablemente Paz se refiera a Sergio Pérez Álvarez, quien recuerda que los integrantes más visibles de Intelectuales eran él y Perlongher y que “siempre fuimos considerados los más disidentes de la mentalidad pasiva de los que militaban con la máquina de escribir”. Y remarca que aquella diferencia “se hizo visible desde la primera reunión en agosto de 1971 en la casa de Blas Matamoro, donde impusimos con pasión militante nuestras posturas para luchar por los derechos de los homosexuales”.
El diario La Opinión, primer medio en anunciar la formación del FLH
Un artículo aparecido en el diario La Opinión, el 24 de agosto de 1971, constituye el primer documento público que anunció la formación del FLH [18]. En él, se entrevistaba a un representante del Grupo Nuestro Mundo. A pesar de que la plantilla del diario incluía periodistas homosexuales como Enrique Raab, e incluso a Blas Matamoro, el autor de la nota tomó una posición paternalista y se arrogó la capacidad de distinguir cuáles de las demandas de Nuestro Mundo eran legítimas y cuáles eran utópicas e inasumibles por el conjunto de la sociedad. Dante Bertini, que entre 1973 y 1974 colaboró como dibujante en el boletín clandestino Somos del FLH bajo el seudónimo Maxo, y fue el único ilustrador de La Opinión entre 1971 y 1975, recuerda: “La Opinión era un diario que iba de moderno e intelectual, pero gran parte de todos los que trabajaban ahí eran muy machistas. Había, en general, un nivel de macho oficinista medio que hablaba todo el tiempo de las minas que se levantaba o de lo que le cocinaba su mamá. Yo era un raro que iba en jeans y sandalias, cuando casi todos iban de traje y corbata” [19].
Según el autor del artículo, cuando el representante de Nuestro Mundo entró en contacto con La Opinión, pidió ser atendido por la sección de salud, en línea con la visión predominante en ese momento de la homosexualidad como patología. En una frase muy significativa, el periodista describió la homosexualidad como un “monstruo al que se ridiculiza u omite”, achacando las reacciones de odio anti-homosexual a deseos reprimidos. Dado que esta nota se publicó dos semanas después de la reunión fundacional del Frente, el periodista ya contaba con una declaración de principios de 48 puntos que sintetizaba las primeras demandas de la agrupación. Entre ellas se incluían la “posibilidad de realizar cambios de sexo por medio de intervenciones quirúrgicas, de ejercer el travestismo”, o la necesidad de contar con representantes políticos procedentes del propio colectivo, idea que fue tachada de ingenua por el redactor. En esos puntos también se incluía el antirracismo y la mejora de las condiciones de vida materiales de los sectores populares. Sin embargo, mostrando la propia diversidad de posturas y conflictos internos dentro del frente, también se incluía la condena de la pornografía y la prostitución. El mismo redactor quiso apuntarle estas contradicciones al entrevistado, que respondió que era la conciencia de una marginación y persecución compartidas lo que unía a los miembros del frente, más allá de diferencias ideológicas o de clase [20]. La conclusión del periodista retornaba a ese tono ambivalente, distante y supuestamente compasivo, que reconocía a los homosexuales como una “minoría oprimida” a la vez que abogaba por una política asistencial y de profilaxis.
A partir del artículo de La Opinión, las actividades del frente comenzaron a resonar también en algunos medios de prensa sensacionalistas, como la ya nombrada entrevista para la revista Así, en la que los miembros del FLH señalaban una serie de escollos para su lucha, que incluían el silencio, la mentira, el tabú, el prejuicio, la ignorancia y el miedo; todos ellos construidos para el beneficio de la clase dominante a través de la institución económico-social del matrimonio monógamo, vinculada a la propiedad privada. En otras palabras, en sus inicios el frente consideraba que la revolución sexual era inherentemente inseparable de la social.
En sus primeros meses de actividad primaba en el FLH la estrategia del anonimato y la clandestinidad frente a los medios de prensa. Incluso, en una entrevista que Blas Matamoro y Héctor Anabitarte dieron para el programa de radio del poeta Antonio Requeni, ambos prefirieron usar seudónimos como “Paco y Mingo”. Mientras, recuerda Matamoro, en la intimidad, los integrantes de Profesionales (Matamoro, Bianco, Sebreli, Paz, entre otros) seguían discutiendo “de todo lo divino y lo humano”, incluyendo textos tan influyentes como el Informe Kinsey, y asistiendo a fiestas del FLH en la casa de Jorge Alonso, destacado militante del frente, que se convirtieron en todo un clásico de la agrupación [21].
Ecos sobre la formación del FLH en la prensa homosexual internacional
Como se puede leer en Pioneros de la fraternidad homosexual, la primera vinculación del FLH con organizaciones de otros países podría haber sido la que estableció en 1974 con un grupo militante que operaba en la España franquista [22]. Sin embargo, en términos de la cobertura mediática internacional, debemos remitirnos a Afuera, revista en castellano de escasa tirada publicada en Nueva York en abril de 1972, dirigida a homosexuales y lesbianas latin*s residentes en esa ciudad. Fue ésta la primera publicación extranjera en hacerse eco del surgimiento del FLH al reproducir su declaración emitida en noviembre de 1971, en la que se vinculaba la formación del frente tanto con organizaciones homólogas internacionales como con la causa de la liberación nacional y social en Argentina. La declaración de la agrupación subrayaba la vinculación entre el predominio de la familia nuclear y heterosexual y opresiones tales como la económica y la colonial. Con un solo número publicado, Afuera fue editada por los argentinos Néstor Latrónico y Juan Carlos Vidal, quienes invitaron a un grupo de latin*s, incluida la poeta lesbiana argentina Martha Ferro, a participar con poemas, textos e ilustraciones. Latrónico y Vidal residían en Nueva York, donde habían cofundado en 1970 el Third World Gay Revolution (TWGR), un pequeño grupo que proponía cambios radicales conforme a un análisis “multidimensional” de las interrelaciones entre raza género, clase y geopolítica [23]. Al año siguiente de la publicación de Afuera, Latrónico regresó a la Argentina y se incorporó al grupo Eros del FLH. Con la revista bajo el brazo, planteó dentro de la agrupación la importancia de contar con una publicación propia. De este modo, Afuera no solo fue el primer medio internacional en anunciar la formación del frente, sino que también fue una importante fuente de inspiración para el boletín clandestino Somos del FLH.
El documento publicado en Afuera fue traducido ese mismo año, 1972, por Gay Sunshine, revista de la costa oeste estadounidense liderada por el activista, editor y exsacerdote católico Winston Leyland [24]. Podría decirse que éste fue posiblemente el primer comunicado del FLH publicado en inglés en el extranjero. La traducción llevaba la firma de Allen Young, uno de los miembros más destacados del Gay Liberation Front de Nueva York, además de ser el editor del boletín Gay Flames, uno de los primeros medios en darle lugar a la voz de STAR (Street Transvestite Action Revolutionaries-«Travestis Callejeras de Acción Revolucionaria»), fundado por Sylvia Rivera y Marsha P. Johnson.
En otro artículo, en otoño de 1972, publicado en la revista gay canadiense The Body Politic, ya se describen las acciones del FLH en las calles porteñas. El texto destacaba que, a pesar del contexto represivo, la agrupación había llevado a cabo la distribución de panfletos informativos en el centro de Buenos Aires y organizado una protesta en la que los activistas marcharon con los rostros cubiertos, adoptando el estilo de lucha y vestimenta propio de los grupos subversivos. Esta modalidad fue introducida en el FLH por el Grupo Eros, recientemente incorporado a la agrupación, que en agosto de ese año brindó una entrevista a la revista argentina Panorama en la que dos de sus miembros aparecieron fotografiados enmascarados y con los puños en alto, en lo que podría interpretarse como un guiño a los grupos de lucha armada. El artículo en The Body Politic destacaba además que el FLH había conseguido el apoyo del Partido Revolucionario de los Trabajadores, de tendencia marxista (cuyo brazo armado era el Ejército Revolucionario del Pueblo). En definitiva, el denso entramado de relaciones internacionales entre personas y grupos identificados con la causa de la “liberación” (en sus múltiples dimensiones: erótica, nacional, social, racial, etc.) propició que las actividades del FLH tuvieran un eco temprano más allá de las fronteras de Argentina.
La irrupción del Grupo Eros
El Grupo Eros ingresó formalmente al FLH hacia fines de marzo de 1972 con Néstor Perlongher como figura dinamizante. El frente adoptó entonces posturas más radicales. Ya no se enfocaba en redibujar los límites de la moral sexual, sino en precipitar, a través de la agitación callejera, una revolución social y sexual que se vaticinaba próxima. Podemos ubicar el ingreso de Perlongher al FLH en las primeras reuniones de 1971, como parte del Grupo Intelectuales, pero no se sabe con exactitud cuales fueron sus actividades en los meses previos a la fundación de Eros. Lo que sí sabemos es que en esos meses ya expresaba un compromiso con la labor del frente. Una carta que Perlongher le escribió a su amiga Mónica Giraldez en enero de 1972 desde “Avellaneda Blues”, confirma que en esa época Perlongher ya participaba activamente en la agrupación. La carta hacía referencia a una obra de teatro breve que Perlongher escribió conjuntamente con Giraldez, para ser representada en un café concert de Bariloche: “Alégrame de sobremanera y sobremesa que los blondos cantactores representen nuestro común esfuerzo, pero exijo una sola condición: que el que haga de marica, sea marica! Contrario sensu el frente del que formo parte eminente iniciará demandas por plagio e imitación”.
La reunión fundacional de Eros se llevó a cabo en el departamento de uno de sus miembros, el psicólogo Marino Suarez, en el barrio de Palermo. Los asistentes a la reunión, en su mayoría estudiantes con experiencia en la militancia de izquierdas, fueron invitados a completar un cuestionario de veinte preguntas sobre su vida homosexual para luego realizar charlas de concientización. Convocados por Perlongher, Eduardo Todesca y Sergio Pérez Álvarez, asistieron al encuentro Marino Suárez, Fuad Zahra, Marcelo García, Jorge R., Federico Arcilla, Horacio Arvelais, la Salvi, Horacio Agudín, Rafael Seguí, Fernando García, Ernesto Kesureras y Alejandro Jockl, entre otros. Fuad Zahra recordaba:
Eros empezó con estudiantes de la UBA pero arrastró tanta gente que llegó a convertirse en el núcleo del frente. Indirectamente fue el núcleo dirigente, aunque era una organización atípica donde no había ni vocal ni presidente, no podíamos ser una organización estructurada por la sencilla razón de que era una organización underground o subversiva para la mentalidad de la época. Llevábamos un libro de actas donde no podíamos revelar nuestros verdaderos nombres, entonces usábamos nombres de pila, a mí me habían puesto Fátima. Todos nombres de mujeres, Fátima, Coca, Rosa le decíamos a Néstor. La Rosa Luxemburgo, por ser muy combativo y radical en sus exposiciones, mucho más radical que yo. Yo a Néstor le reconozco un gran peso ideológico sobre mí. Pero a mí él me reconocía el peso emocional, cuando salíamos a la calle me decía, “ay no turca andá vos adelante”, me empujaba a mí. Pero él era el organizador real de muchas cosas [25].
El ingreso de Eros produjo una sacudida dentro de la agrupación, desembocando en la salida del frente de un considerable número de militantes moderados. Marcelo Benítez, figura clave de Eros, afirma que de entrada su grupo se opuso terminantemente a la propuesta del Grupo Profesionales de crear una comisión directiva con subcomisiones:
Perlongher se negó rotundamente alegando que una organización homosexual no podía imitar la estructura machista de los partidos de izquierda, que lo que había que armar eran grupos autónomos dentro de un mismo frente con una lista de puntos en común entre ellos, pero con amplia libertad para actuar como quisieran, sin recibir órdenes de una comisión de Profesionales. Eso se aceptó en una asamblea. […] De ninguna forma íbamos a adscribir, con la energía revolucionaria con la que contábamos y con nuestras posturas de maricas radicalizadas, a un Frente de Liberación Homosexual con una presidenta, una vicepresidenta, tesoreras y socias vitalicias. Un mamarracho inimaginable [26].
Fue el ingreso del Grupo Eros lo que permitió al FLH dar un salto cualitativo en cuanto a su capacidad de movilización y marco conceptual [27]. Eros habría aportado al FLH la visión de una división de la sociedad por “clases sexuales”; lo que a su vez contribuyó a poner de relieve el carácter autónomo de la lucha por la liberación sexual, y ciertas tensiones con los movimientos obreros y los regímenes autodenominados socialistas. Según los miembros del FLH entrevistados en el mencionado artículo de la revista Así, la polémica entre Eros y otros integrantes en torno a la cuestión de la interdependencia o autonomía entre la revolución sexual y social “llegó a la agresión verbal y a roces personales”. El artículo presentaba los puntos de acuerdo que se habían desarrollado tras la incorporación de Eros, entre los que destacaba la visión de la problemática homosexual cómo una “opresión concreta” resultado de “la existencia de un sistema heterosexual compulsivo”. También es destacable que, aun enfatizando la especificidad de la lucha homosexual, los principios del frente reclamaban una alianza indiscutible con las mujeres y el feminismo (“Nuestros aliados de hecho son las mujeres”), tal y cómo se articuló en el Grupo de Política Sexual.
Conclusiones
Como hemos visto a lo largo de esta crónica, en los sesenta y setenta la cultura marica se articulaba en torno al levante, la fiesta y un lenguaje propio que incluía el uso del carrilche. Al surgir la militancia homosexual organizada desde 1967, la vinculación entre la cultura marica y el escándalo devino objeto de debate. Los editores de Nuestro Mundo –y la incansable militancia de Héctor Anabitarte, fundamentalmente– supieron darle proyección a su visión de la cuestión homosexual apelando a los sectores del periodismo que se identificaban como progresistas. Esto se tradujo en notas de prensa que ponían de relieve las discrepancias entre las voces de los propios homosexuales, participes de un ámbito de opinión articulado en torno a una cartografía urbana propia, y las de especialistas y reporteros que oscilaban entre el paternalismo, la compasión y la homofobia expresa. Aun así, el activismo mediático de Nuestro Mundo, junto con los lazos de amistad establecidos previamente entre homosexuales emigrados a Buenos Aires, desembocó en 1971 en la formación del FLH, fruto de una alianza inesperada entre actores históricos con orígenes, trayectorias e ideologías muy dispares. Nuestro Mundo, Profesionales e Intelectuales fueron los tres primeros grupos que formaron el FLH. La memoria viva de los protagonistas de esta historia –como Héctor Anabitarte, Luis Troitiño, Teddy Paz, Sergio Pérez Álvarez, Blas Matamoro, Marcelo Benítez, Dante Bertini, y un largo etcétera– junto con los documentos internos y comunicados que el FLH produjo en los primeros setenta, nos han permitido trazar la cronología y ubicación de estos acontecimientos. Por último, el FLH tuvo sus primeros ecos internacionales en una etapa de transición, que coincidió con la integración de Eros y el consiguiente giro ideológico del reformismo al radicalismo sexual. En la siguiente entrega de esta crónica compartiremos testimonios de nuevos integrantes que se fueron incorporando al Grupo Eros, como Néstor Latrónico, Rubén Mettini, Jorge Luis Giacosa y Ernesto Hollmann, entre otros. El texto irá acompañado de materiales de archivo de esta nueva etapa del FLH, en la que su objetivo principal ya no era la "normalización" del comportamiento homosexual, sino abrazar la causa de la liberación en todas sus vertientes (nacional, social, racial, etc.), sin renunciar a la bandera autónoma del goce homosexual.
Agradecimientos
A todos los miembros del FLH que nos brindaron sus testimonios: Héctor Anabitarte, Ricardo Lorenzo, Blas Matamoro, Luis Troitiño, Marcelo Benítez, Sergio Pérez Álvarez, Juan José Sebreli, Teddy Paz y Dante Bertini.
A Mabel Bellucci, Jorge Luis Giacosa, Marcelo Ernesto Ferreyra y José Ignacio Larreche.
*Javier Fernández Galeano es doctor en historia por Brown University y becario Juan de la Cierva en el Institut d’Història de la Medicina i de la Ciència López Piñero (Universitat de València). Su trabajo ha aparecido publicado en el Journal of the History of Sexuality, Encrucijadas, y el Latin American Research Review, y cuenta además con artículos en prensa en el Radical History Review y el Journal of Spanish Cultural Studies, entre otras revistas académicas. El trabajo de investigación de Javier se enmarca en los proyectos de investigación “El problema de la alteridad en el mundo actual” (HUM536); “Memorias de las masculinidades disidentes en España e Hispanoamérica” (PID2019-106083GB-I00); y “La clínica de la subjetividad: Historia, teoría y práctica de la psicopatología estructural” (PID2020-113356GB-I00).
**Juan Queiroz es archivista, investigador y activista lgbt. Su investigación gira en torno a la historia de los movimientos de las minorías sexuales de los años 70 y 80 con el foco de atención puesto en el Frente de Liberación Homosexual de Argentina. Es cofundador de Moléculas Malucas junto a Mabel Bellucci y lleva adelante el proyecto independiente Archivos Desviados. Fue cofundador a fines de 2015 del Programa de Memorias Políticas Feministas y Sexogenéricas del Cedinci/Unsam, donde gestionó donaciones de militantes homosexuales y feministas. En 2017 gestionó la donación del Fondo Miguel Ángel Lens al Archivo IIAC, de la Universidad Nacional de Tres de Febrero.
Notas al pie
[1] Queiroz, Juan. La historia de nuestra historia. Entrevista a Luis Troitiño, Moléculas Malucas, abril de 2020
https://www.moleculasmalucas.com/post/la-historia-de-nuestra-historia [2] Correo electrónico de Héctor Anabitarte dirigido a Juan Queiroz, agosto de 2021.
[3] Correo electrónico de Héctor Anabitarte dirigido a Marcelo Ernesto Ferreyra, julio de 2004. Más tarde, Anabitarte escribirá en “La homofobia de las izquierdas”, Lucha Armada, anuario 2014, Buenos Aires: Octubre de 1967, en Lomas de Zamora, casi Temperley, en una casa en la que viven cuatro o cinco familias, en una cocina, por primera vez se reunió el Grupo Nuestro "mundo", hace tan sólo 46 años. Un pequeño grupo de homosexuales (no conocíamos lo de gay): tres empleados de Correos, dos de ellos delegados sindicales y activistas en listas opositoras a la dirección de Foecyt (en donde ocultaban su tendencia sexual). Casi todos tucumanos, exilados en Buenos Aires (vivir en provincia era peor).
[4] Los boletines Nuestro Mundo sitúan también 1967 como primer año de su publicación.
[5] La historia de nuestra historia. Entrevista a Luis Troitiño, Moléculas Malucas, abril de 2020
[6] “Marlene Wayar: escribir la propia historia”, Revista Cabal https://www.revistacabal.coop/actualidad/marlene-wayar-escribir-la-propia-historia
(ultimo acceso el 29 de julio de 2021).
[7] "El desafío de los homosexuales", en revista Así, 28 de noviembre de 1972.
[8] Breve Boceto sobre la Historia del Movimiento. Para enviar a compañeros del interior. Frente de Liberación Homosexual, marzo de 1974.
[9]"El desafío de los homosexuales". [10] Acerca de las estrategias discursivas de este boletín, Pablo Ben y Joaquín Insausti han apuntado que seguía “un enfoque científico y compasivo, con los artículos enfatizando la necesidad de sentir compasión por la situación de los homosexuales (…) Nuestro Mundo esperaba que la victimización y la aceptación de una ciencia homofóbica sirviesen como herramientas para desafiar otras visiones que justificaban la persecución policial”. Ben, Pablo y Santiago Joaquín Insausti (2017). “Dictatorial Rule and Sexual Politics in Argentina: The Case of the Frente de Liberación Homosexual, 1967-1976”. Hispanic American Historical Review 97:2, p. 307.
[11] Entrevista telefónica de Juan Queiroz a Blas Matamoro. Febrero 2018
[12] Entrevista conjunta a Blas Matamoro y a Juan José Sebreli de Juan Queiroz, agosto de 2019. [13] Entrevista de Juan Queiroz a Teddy Paz, 2018
[14] Entrevista de Juan Queiroz a Sergio Pérez Álvarez, agosto de 2016.
[15] Ibid.
[16] "El desafío de los homosexuales". [17] Entrevista de Juan Queiroz a Teddy Paz, 2018.
[18] En esa misma semana la revista Panorama, número 225, le dedicó tres páginas a una nota titulada “Homosexualidad: La lucha por la reivindicación de las lesbianas”. Se trataba de una traducción de un artículo de Judy Klemesrud, del New York Times, sobre el activismo de las lesbianas en Estados Unidos. [19] Queiroz, Juan, "Buscando a Maxo. Una entrevista a Dante Bertini". Moléculas Malucas - Noviembre de 2020.
https://www.moleculasmalucas.com/post/buscando-a-maxo [20] Para un estudio en profundidad sobre estas diferencias, ver Fernández-Galeano, Javier (2019). “Cartas desde Buenos Aires: El movimiento homosexual argentino desde una perspectiva transnacional”. Latin American Research Review 54:3, pp. 608–622. [21] Entrevista telefónica de Juan Queiroz a Blas Matamoro. Febrero 2018.
[22] Fernández Galeano, Javier y Gema Pérez Sánchez. “Pioneros de la fraternidad homosexual: La correspondencia entre Héctor Anabitarte y Armand de Fluvià (1974-1980)”. Moléculas Malucas. 31 julio, 2020.
[23] Al año siguiente de la publicación de Afuera, Latrónico se incorporó al grupo Eros del FLH y, en 1974, por un breve período lo hizo Vidal. El Third World Gay Revolution ha sido estudiado a fondo por Juan Queiroz y Germán Garrido. Garrido señala que el TWGR operaba bajo la premisa de que las minorías racializadas de Estados Unidos constituían una especie de “colonia interna” o tercer mundo dentro del Norte Global. En esta línea, las publicaciones del TWGR son indicativas de una consciencia de unidad en la lucha (“togetherness”) y de un momento histórico-social en el que las posibilidades de cambio se presentaban como casi ilimitadas. Garrido, Germán (2021). “The World in Question: A Cosmopolitical Approach to Gay/Homosexual Liberation Movements in/and the “Third World” (from Argentina to the United States)”. GLQ: A Journal of Lesbian and Gay Studies, 27:3, pp. 379–406.
[24] Gay Sunshine, número 15, octubre/noviembre 1972.
[25] Entrevista inédita de James Green a Fuad Zahra, septiembre de 1993.
[26] Entrevista inédita de Juan Queiroz a Marcelo Benítez, octubre de 2015. [27] Si bien durante 1972 el grupo Intelectuales siguió militando, algunos de sus integrantes, como Sergio Pérez Álvarez y Ernesto Kesureras, también participaron de reuniones de Eros.
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Fernández Galeano, Javier y Queiroz, Juan. Agosto de 1971. Nace el Frente de Liberación Homosexual de Argentina
Moléculas Malucas, agosto de 2021.
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